Llegué cargada de mentiras y
prejuicios. Pensaba que la valla era necesaria para frenar la profusión de inmigrantes que venían a robarnos nuestros escasos trabajos y
recursos sanitarios. ¿Qué estaba haciendo yo allí? Entonces los vi y los conocí. Mi pequeño grupo de “morenos”. Hablé con ellos, reí, bailé, jugué… me enamoré de cada uno de ellos;
pero a medida que pasaba el tiempo, dolía más. Intentaba tragar el
llanto que aparecía en mi garganta cada
vez que veía en sus pieles las heridas causadas por las
cuchillas de esa valla.
¿En qué clase de personas nos hemos convertido en
Europa? ¿Por qué yo puedo coger un avión e ir a cualquier parte del mundo y ellos
no? No entiendo por qué con
todo lo que nos ha costado a los europeos alcanzar unos derechos básicos ahora se los estamos negando a otros. ¿Qué clase de personas somos que les explotamos en sus países arruinándolos para poder tener artículos a bajo coste y luego tenemos la inhumanidad de poner una
valla “altamente profesionalizada” para evitar que pasen? ¿Cómo
es posible que critiquemos el muro de Trump y
la situación de los refugiados
cuando en nuestra propia casa tenemos una situación tan injusta?
Solo pido a Dios que me
dé la mitad de fuerza de
la que vosotros habéis y estáis teniendo para poder devolver esa humanidad
perdida en Europa
Un especial saludo a
Rolando, Ivanildo, a todo mi grupo de personajes (sin olvidar al mítico a Raúl y su “Maaaadre mía”), Maite y su familia, ejemplo de vida en todos
los aspectos (ojalá algún día yo pueda ser y tener la mitad de lo que tú estás haciendo), a Fetiha, y, sobretodo, un
abrazo súper grande a “mis chicos”, que ya no sois “esos inmigrantes” sino mis chicos, que adoro y quiero con toda
mi alma. Gracias a todos por ayudarme en este camino de apertura.
María Ortín Soriano – Teruel
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