Nuestra
parroquia San Alfonso: Iglesia en misión en el mundo
Mucha gente se
dice que la Iglesia va perdiendo presencia en nuestro mundo, que el Evangelio
ya no cala como antes en los corazones de las personas. Algunos no dejan de
seguir sembrando la Palabra de Dios, y no dejan de creer que lo nuestro es
sembrar y que los frutos no es cosa nuestra.
Esta SEMANA
MISIONERA vivida en San Alfonso María de Ligorio de Madrid no ha sido algo de
gran pompa, pero sí algo vivido con intensidad. Ha sido un recoger los ecos de
lo que Papa Francisco ha estado diciendo a través de su visión misionera de la
Iglesia. El Evangelio es una
gran alegría y por ello no podemos dejar de anunciarlo a todos con
cercanía y amor, como quien ha descubierto esa perla preciosa y no sólo la desea
para sí, sino que desea compartirla con los demás.
Algunos han
perdido la increíble gracia de vivir la fe, de compartirla con otros hermanos
de otras religiones. Adnan y Javier, nos
han dicho “saber que se puede y querer que se pueda” pues vivir la Fraternidad
Humana no es algo imposible. La amistad y deseos expresados de que
todos vivamos felices, cada ser en este planeta, nos han hecho
redescubrir que la fe hace “mover montañas” y una de ellas ha sido la de soñar
y cambiar nuestra mirada hacia los otros, juntos fraternalmente de distintas
religiones.
Sí, ahí brotaba una oración,
un deseo de que todos seamos felices, de que cada uno pueda realizar sus sueños.
Los jóvenes más
mayores han sido invitados a gastar su vida por
los demás, a emplear parte de su tiempo de vacaciones en alguna actividad
misionera, comprometida por el Reino que desea cambiar este mundo y
nuestros corazones. Invitados por tres jóvenes que han narrado a su manera lo
que es la misión y describiendo como se
han encontrado con Dios en el encuentro con el otro, iluminando deseos en
el corazón.
El concierto
testimonio ha venido a descubrirnos que “somos misión” en
este mundo, una pareja con hijas, nos han contado la historia de Dios y la
misión en sus vidas, con cantos, narraciones e incluso los ocho años de verano
misión que han marcado su vida de familia hasta el punto que se descubren en
diálogo con Dios y apertura a los horizontes de Costa de Marfil, y del
mundo. Sencillez y compromiso, oración y diálogo, sueños y realizaciones, junto
al derribo de sus miedos y, descubrimiento juntos de lo que Dios les va
preparando.
Al final,
cerrábamos la Semana con el bautizo de una niña que prepara su comunión y
Álvaro, el párroco le decía, lo último que Jesús
decía a sus apóstoles antes de subir al Padre era “Id por todo el mundo y
bautizad a toda creatura”, marcando el sentido de nuestro bautismo en
su dimensión misionera, tal y como vinculada por Jesús, testamento para su
Iglesia.
La parroquia
vive en este momento una llamada fuerte a vivir la misión en el barrio, en
nuestro mundo, escuchando con fuerza al Señor Jesús que sigue hablando y nos va
mostrando caminos. Ella se ha abierto a
la mesa de la hospitalidad de Madrid para acoger a cuatro personas,
acompañarles en su realidad, dándoles no sólo una cama dónde estar sino el
calor humano de una cena y el cariño de la compañía.
Menuda aventura la de
la misión, menuda gracia la de dejarse llevar por el Espíritu Santo, menudo
inicio de cuaresma 2020 para ir allá a dónde el Señor nos lleva por los caminos
de pasión y vida que ofrece la compañía del Evangelio.
Gracias por
tanta gracia recibida y por la generosidad de una comunidad que se dispone a
vibrar una vez más con la novedad del Evangelio en la ciudad de Madrid.
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