11/9/13

"en tiempo de crisis no hacer mudanza" Marcha Misionera Loyola-Javier


Me han encargado redactar un artículo sobre la marcha misionera sin opción a no hacerlo, cortesía de Rolando, así que aquí os dejo mi experiencia por si alguien le saca provecho. Espero que os sirva.

Lo primero que hay que decir es que a la marcha he ido por anhelo mío y como premio por sacar 1º de bachiller limpio y con buena nota. Es la primera repercusión que ha tenido la marcha en mi vida, incluso antes de que empezara: esfuerzo para participar en algo enriquecedor para mí.


Desde que Rolando me informó de la marcha que se iba a hacer quise con todas mis ganas ir, y este deseo presente en mí el último tramo de curso me ha hecho llegar a la marcha con ilusión y ganas de aprovecharla. La verdad es que he aprovechado para cosas que no tenía previstas esta marcha llena de gente nueva, pero el hecho de que la mayoría de las personas sean italianas y que todos menos yo hablaran este idioma ha sido un factor determinante en los ocho días de convivencia con ellos.

Por parte de España conté con un equipo fenomenal: Antonio el murciano, Gigi el misionero italiano, Antxón el misionero vasco, y Rolando el misionero mexicano que luego se transformaría en un traductor personal al cual le debo mucha miga de la que he sacado de la marcha. Las otras catorce personas que participaron venían de Italia e incluían dos sacerdotes cameruneses que son geniales, una monja que gracias a Dios había estado de misión en México y hablaba español, y dos sacerdotes misioneros italianos muy agradables.

La experiencia me ha servido para ponerme en la piel de los misioneros cuando llegan a un lugar desconocido, sólo que esta vez ha sido lo desconocido lo que me ha llegado en tromba. El primer contacto que tuve con la masa de italianos fue diciendo “ciao” y “Alfonso” señalándome a mí mismo, el domingo 18 por la noche. Al día siguiente visitamos la santa casa en la que se convirtió San Ignacio de Loyola tras caer herido y volver a su pueblo, ya que la primera noche la pasamos en este pueblo y fue nuestro punto de partida. Durante ese día descubrí a la hermana Laura y hablé un poco con ella en español, y descubrí también a una chica llamada Valentina que había estudiado español y le ayudé a perfeccionarlo a lo nativo… En la Capilla de la Conversión  celebramos nuestra primera Eucaristía juntos todos. Cómo no, en italiano. Pero esto de la Liturgia en extranjero me ha grabado en la cabeza frases como “pace”, “agnello di Dio”, “mistero di fede”, “e con il tuo spirito”… Ha sido muy bonito celebrar la Eucaristía juntos aunque yo hiciera las oraciones y las respuestas en castellano, aunque algunas veces fue al revés. La misa en castellano y los italianos respondiendo como buenamente podían.

 Las primeras etapas de la marcha las hicimos atravesando espectaculares montañas, ya que es el País Vasco, y durante este tiempo mi principal acompañante fue Rolando. Él y yo íbamos los primeros, buscando las señales “rosso e bianco” que indicaban el camino a seguir. Éste estaba lleno de moras y las mejores me las comía yo, lo cual aliviaba la sequedad de la boca. Estas etapas largas y cansadas las hice sin hablar mucho con los italianos, solo en contadas ocasiones y hablando un español espeso como el alquitrán para que me entendieran. Andábamos más o menos siete horas de media al día, y de esas siete horas cinco las hacía en silencio. Pero no un silencio aburrido, y esto ha sido uno de los aspectos más bonitos de la marcha: he rezado.

¡Y he rezado cosas importantes en mi vida! Tiempo no me ha faltado, han sido seis días caminando más las ardes y su tiempo libre, el cual gastaba paseando y meditando o rezando un rosario, o a veces aprovechaba para hacer llamadas que me hacían mucho bien. Una de las cosas más impactantes en mi vida que me he llevado es una frase de San Ignacio de Loyola: “en tiempo de crisis no hagas mudanza”, esta frase penetró en mi conciencia nada más oírla y fue uno de mis centros de meditación.

La convivencia con el resto de la gente ha sido muy agradable. Me he sentido entre amigos a pesar de no entender conversaciones en la que participaran más de dos italianos, y he notado que mi permanente y sincera sonrisa ha animado a mucha gente a no abandonar una etapa. En especial me acuerdo de Giamaica, amiga de Valentina, quien en su reflexión final se emocionó hablando. Lo más sorprendente fue que mencionara mi nombre y dijera las palabras “sonrisa” y “ánimo” y “fuerza” varias veces. Ahí me he dado cuenta de que somos hermanos y nos podemos comportar como tal si queremos, pero que poniendo al Señor en medio todo es mucho más delicioso.


Cristo de Javier
Resumiendo, esta marcha me ha servido para chapurrear italiano, meditar con Dios, ver a Dios en el amor hacia el otro, conocer el esfuerzo ofrecido a Dios, y contemplar la Creación como regalo del Padre que nos creó. Le doy muchas gracias a Dios por esta bendita marcha misionera.


Alfonso Reyes Guzmán
Parroquia Santa Maravillas de Jesús
Vicaría VIª Madrid
Alfonso desde el Castillo
La Marcha Misionera inició el 19 de agosto en Loyola y a través del País Vasco y Navarra nos llevó a Javier a dónde llegamos el día 24. En el  Castillo donde nace san Francisco Javier, el apóstol de las Indias y del Japón, el patrono de las Misiones y de los Misioneros Javerianos, ahí hubo ese encuentro con la figura de Cristo, de ese Cristo sonriente que sorprende a todo mundo y le hace percibir el ardor misionero de Javier. El día 26 cada uno volvía a su casa, con nuevos ojos después de haber marchado con hermanos y hermanas viviendo lo bonito que es hacer del mundo una sola familia. Gracias Alfonso que en tu joven edad nos hablas de estas cosas, gracias  a cada uno de los que nos han acompañado, gracias a Ignacio de Loyola, Francisco Javier y definitivamente a Cristo el Señor que nos ha permitido descubrirlo en esta marcha anual e internacional.


El grupo antes de volver cada uno a casa

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