27/7/13

Cuando uno se abandona a sí mismo las puertas se abren (Desde Chad)

François y Antonio
Antonio nos escribe en medio de su "encuentro con la misión". Él está feliz, aún tiene cuatro semanas por delante pero ya nos hace parte de algunos frutos recogidos.

Hola a todos, por aquí la cosa marcha normal, no hemos tenido ningún problema con nada y ahí vamos.

Este año está siendo especial, por la forma en la que estoy entrando y llegando con la gente, la verdad que me siento muy bien y súper querido, me falta un mes para irme y ya me está doliendo la despedida.
La gente genial, el campo de trabajo estupendo, ha sido un poquito duro y se ha trabajado bastante pero ha sido muy fructífero. También he aprendido muchas cosas nuevas. Las clases con los muchachos van muy bien, estoy muy contento y además es mucha la gente que viene. He estado en Djouman, Kumi, Yarguay, Gunun Gaya, Berem… Próximamente voy a pasar unos días en Magaó (que está en la “brousse” es decir en medio de la sabana), con una auténtica familia Masá, de la tradicionales (va a ser un poco duro pero a la vez va a ser una experiencia genial, como dice Rolando muy pocos en el mundo han tenido la suerte de vivir algo parecido). También voy a realizar aquí en Bongor otro campo de trabajo, con jóvenes que vienen de Yamena y será un fin de semana.  Con el francés, ahí voy, me voy defendiendo, no me queda otra, cuando estás solo y con el Masá, Musey etc etc, bueno, van saliendo algunas palabritas, no muchas, pero si las suficientes para hacer reír a más de uno.
Antonio junto a los demás
La verdad que no se que más contaros así en plan rápido, porque son muchas las cosas vividas en cada sitio en cada lugar con cada persona… y la verdad que tiempo, es de lo que menos tengo aquí. Pero tranquilos que ya me diréis por allí cuando llegue, que me calle ya y no sea tan pesado contando tanto.

La verdad que en general lo estoy pasando muy bien, la cultura de aquí es parte de la mía, la gente ya es mi gente, y yo para ellos empiezo a ver como también lo soy con los diferentes gestos que me tienen.
Beppe al centro.
Quizás algo durillo sea como me dijo Beppe, un misionero javeriano italiano que lleva 28 años por aquí: sufrir en carne propia, experimentar el dolor, pero eso mismo es lo que fortalece y hace crecer a uno. Además ese sufrimiento junto a los demás pasa a un segundo plano.

Se van aprendiendo cosillas y otras muchas que se tienen se fortalecen.
Aprender a tener la paciencia de Dios y caminar con la gente.

Sentirse impotente ante los problemas de los demás, pero vivirlos junto a ellos mirando al frente y de la mano. Vivir y sentir lo que Jesús sintió.
Darse cuenta de que cuando uno se abandona en sí mismo las puertas se abren.

Descubrir la fragilidad humana y descubrir a la vez que en ellas se encuentra nuestra riqueza. Descubrir que yo no soy nada sin el otro. Compartir con la gente lo mejor que uno puede tener “la vida”, que bonito resulta y cuanto sentido tiene todo así, cuando esa vida se desgasta junto a los demás.
Es imposible llegar a Dios sin vivir con los demás.
En fin, sigo con lo mío, en un mes volveré a dar guerra por allá, un abrazo a todos y un beso muy fuerte.
Bongor Chad, 24 de julio de 2013
Antonio José Gómez Pérez


Moliendo el mijo

Río Logone en Chad

 

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