Este verano en el encuentro con la
misión que hemos tenido en Chad, me ha parecido especialmente bonito ver en una
cultura tan distinta a la nuestra, como el misionero católico es tan querido
allí, y esto es porque el misionero respeta su cultura, dedica años a aprender
sus lenguas tradicionales, come con ellos como uno más, saluda y promueve todo
tipo de iniciativas para que el pueblo encarne en su modo de vida la Palabra de
Dios, respetando a su vez sus religiones, cultura y creencias, y no dudando de prestar
cualquier servicio a cualquier persona que lo necesite, a veces en casos de
extrema necesidad como accidentes de circulación, o enfermedad grave, ahí está
siempre el misionero dándose al que lo necesita.
Con unas amigas |
La Iglesia católica es la única que
nunca se ha ido de Chad a pesar de las guerras civiles que el país ha
atravesado, por eso el chadiano sabe que los misioneros cristianos les quieren
y son amigos. Las diferentes misiones como Bongor, Kumí, Gounou Gaya o Djouman, que tuvimos la suerte
de visitar, son joyas de un valor incalculable para Chad, de ellas brotan
comunidades cristianas pequeñas pero extraordinariamente ricas; con pastorales
de jóvenes, catequesis, grupos de reflexión sobre la palabra de Dios y algunas
vocaciones nativas.
Con un amigo |
Hay que destacar un campo de
jóvenes promocionado por Jesús Calero un joven Padre Javeriano, misionero
español de las Islas Canarias que en la actualidad ejerce su ministerio en la
parroquia de Bongor, y que este año ha reunido a más de 250 jóvenes cristianos
de diferentes parroquias, y dónde se da una buena formación, sobre sexualidad,
sectas, sida, y diversos temas de gran importancia para los jóvenes africanos.
Visitando a las religiosas |
En las comunidades cristianas, es
especialmente bonita la celebración del domingo, que se comienza a preparar ya
con intensidad el sábado, con los ensayos de los cantos de la misa y los de
monaguillos. El domingo se vive con alegría propia de la fiesta que supone la
resurrección del Señor, la gente se pone sus mejores ropas y con una distendida
y alegre misa, el coro anima la celebración, los participantes cantan y bailan
al son de la música y los tambores, este ambiente se puede prolongar durante 2
o 3 horas.
Un gran tesoro que yo he podido ver
en Chad es la familia cristiana chadiana. Especialmente la mujer chadiana es un
verdadero modelo de esposa y madre: sencilla, maternal, trabajadora, se desvive
por su esposo e hijos. Siempre da lo mejor de sí misma para su familia y para
el amigo extranjero, con el que las familias de Chad comparten lo que tienen
incluso cuando tienen pocos recursos. Los jóvenes cristianos chadianos son
sencillos y espontáneos, fácilmente improvisan una pequeña obra de teatro, o
animan el ambiente con sus cantos y danzas tradicionales.
He aprendido especialmente con este
encuentro con la misión, que el mayor tesoro que tenemos es la Palabra de Dios,
y podemos vivir el Evangelio, caminando de verdad con las personas que Dios
pone en nuestro camino, agradable la primavera pero también compartiendo el
hambre, el frío y la estación de lluvias. Como hacen los misioneros de Chad.
Miguel Ángel Diez Tascón
Miguel Ángel es miembro del equipo de Misiones de la Vicaría VI Madrid suroeste. Nos hace una reseña breve y a la vez sustanciosa de lo que ha sabido decir de tres semanas en Bongor, Chad, en la diócesis de Pala. Él ha vivido este encuentro con la misión junto a otros tres jóvenes: Gladys Rodríguez y Alejandro Abrante, ambos de la diócesis de Tenerife, ella subdelegada de misiones y él, diácono permanente; además con Antonio Gómez, joven de Baena Córdoba. La experiencia ha tenido un valor interesante por la diversidad eclesial de las diócesis españolas y a la vez con un sentido de universalidad misionera.
Un baobab |
0 comentarios :
Publicar un comentario