En mi experiencia misionera EL SEÑOR ha estado grande conmigo y estoy contento, como dice el salmo, una vivencia tan personal como esta tan solo la puede entender el que la experimenta en su propio cuerpo y mente. Desde los primeros encuentros en la Delegación de Misiones y con el padre Rolando te van explicando que vas a hacer y cómo debes de comportarte y cada uno particularmente se va quedando con las palabras y cosas que tiene que hacer allá en la misión, EL SEÑOR a cada uno le habla al corazón y según lo que cada cual pide (pedid y se os dará), pues bien yo pedía FE desde que empezó el año para poder ir a la misión con esta fuerza y sin embargo se me ha concedido una vez allá, compartir la fe y propagarla te reporta los beneficios que pides.
Ahora paso a comentar un poco las
vivencias, en la casa que tiene la diócesis de Córdoba nos recibieron de forma
extraordinaria y desde el primer día nos animaron a sentirnos como en nuestra
casa, lo que al final ha sucedido a pesar de las diferentes personas que allí
hemos vivido. Los sacerdotes tenían planificados dos grupos de trabajo y una
misión principal, evangelizar Winge un pueblito cerca de Picota donde no había
comunidad católica, después las salidas los fines de semana desde el viernes
por la mañana hasta el domingo por la tarde en teoría, si todo iba bien, si no
hasta el lunes o cuando Dios quiera para ayudar a los padrecitos (como llaman
allá a los sacerdotes) y dar nuestro testimonio antes de la Eucaristía, algunos
pueblecitos están muy alejados y solo tienen misa una o dos veces al año, por
otro lado tenemos la misión de incorporarnos a la comunidad de Picota, para
eso, ayudamos al comedor social visitamos la escuelas y a los enfermos y
participamos en las catequesis, exposiciones del Santísimo, Eucaristías y demás
actividades que se realizan.
Además mi grupo tenía planificado
el encuentro con l@s animador@s (personas que están representado a su pueblo y
coordinan con los padrecitos las misas, hacen el encuentro con la palabra y están
dispuestos a todo, son personas de una gran Fe, sin ellos sería imposible
realizar la misión), aunque gracias a Dios todos pudimos gozar de su compañía.
Los jueves teníamos descanso, es
decir, había una excursión y convivencia entre los dos grupos. Fuimos a ver los paisajes donde se podía ver
también la presencia de Dios en esa naturaleza tan perfecta y bella.
Modesto
Montilla Montilla
Valenzuela, Córdoba
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