19/10/13

San Juan Brébeuf, san Isaac Jogues y compañeros misioneros mártires de Canadá

San Juan de Brébeuf, San Isaac Jogues y compañeros, misioneros mártires en Canadá
Clausura del Año Jubilar de San Juan de Ávila

ORACIÓN
Señor y Dios nuestro,
que en el Corazón traspasado de Tu Hijo,
herido por nuestros pecados,
nos has mostrado las riquezas de tu Amor,
y en san Juan de Ávila nos has dado un pregonero
de ese Amor divino para todos los hombres. 
Concédenos por su intercesión que todo tu pueblo santo,
sacerdotes, consagrados y fieles laicos
crezcamos en la santidad a la que Tú nos llamas,
descubriendo y cogiendo la Hermosura
de quien es todo hermoso, Jesucristo.
Que, como él, seamos asociados a la pasión redentora de Cristo
para salvar por las lágrimas a muchos hermanos.
Danos espíritu de oración abundante,
adoración continua a la Eucaristía
y devoción a la Virgen Santísima. 
Que por su intercesión crezcan las vocaciones
al sacerdocio ministerial
y la renovación de la Iglesia en nuestro tiempo
venga precedida y alentada por la reforma del clero
y el fervor en los Seminarios.
Que el Espíritu Santo, fuego de amor, en el que ardió
y se consumió el Maestro Ávila, doctor de la Iglesia universal,
arda en nuestras vidas para que emprendamos
con nuevo ardor y nuevo entusiasmo
los caminos de la nueva evangelización para nuestra generación.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 12,8-12)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir."
TESTIMONIO MISIONERO
GABY GOOBAY
La misión entre los museys (suroeste del Chad) comenzó en el año 1953, Los hombres más osados se acercaron a aquellos misioneros blancos para conocer mejor lo que decían. Las mujeres, con un rol secundario en esta sociedad, no podían acercarse hasta que sus maridos pudieran determinar si los nuevos llegados eran de fiar.

Así, la misión comenzó con algunos hombres y muchachos. Entre esos muchachos estaba Gaby Goobay, que cuando recibió el bautismo era aún un adolescente

Años más tarde murió su hermano casado. Según la tradición de los museys, las mujeres no son libres ni cuando quedan viudas porque el clan ha pagado una dote por ellas, así que en la reunión familiar celebrada para repartirse la herencia del difunto acordaron que la viuda, Elisabeth,  pasase a ser mujer de Gaby. Él la aceptó con alegría y como su mujer. “Dios me ha regalado esta mujer”, solía decir. Aún así, en la tradición musey un hombre se muestra como tal cuando paga la dote por su propia mujer, ya que las mujeres “de herencia” son vistas como segundonas y no son reconocidas como esposas “auténticas” del hombre con el que están. Pero Gaby quiso recibir la bendición de la Iglesia en su unión con Elisabeth, lo que hizo reír a más de uno por lo insólito del caso y por la oportunidad que Gaby perdía de casar realmente a una mujer reconocida a todos los efectos como suya.

Pasaron los años y de esa unión no nació ningún niño, lo que es visto como una verdadera maldición en la cultura musey. Como en Chad el Código de Familia permite la poligamia (por influencia de los musulmanes, mayoritarios, y de las religiones tradicionales), muchas personas insistieron ante Gaby para que casase a otra u otras mujeres y tener así descendencia (entre ellos se considera que la causa de la esterilidad es la mujer). Gaby se negó siempre diciendo que a él le habían enseñado en la Iglesia que la familia querida por Dios está compuesta de un hombre y una sola mujer, y que si de esa unión no nace nueva descendencia… paciencia y a aceptar la voluntad de Dios.

Gaby murió el año pasado ya anciano y respetado por todos. En los últimos años han sido muchos quienes en esa zona han pedido incorporarse a la comunidad de los cristianos motivados por el testimonio de Gaby y su fidelidad a la Palabra. De hecho, en la comunidad se conoce a Gaby como “el padre de la parroquia”. Precisamente él sin descendencia biológica, cuenta con cientos de hijos en la fe. Durante todos estos años Gaby ha sido catequista, consejero parroquial, anciano encargado del grupo de inculturación de la liturgia… encargos en los que ha sido reconocida su autoridad. También en asuntos sociales que incumbían no solamente a cristianos la intervención de Gaby era apreciada por su sabiduría y porque en momentos de tensión su sola presencia y algunas pocas palabras bastaban para calmar las cosas.
 

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