Recogemos frases de las tres misioneras de María javerianas, escritas el año pasado, que dan un vuelco y sentido al don de sus vidas por la misión y por el pueblo burundés. Una camino espiritual profundo que da respuestas a algunas de nuestras preguntas ¿por qué la misión? ¿por qué partir? ¿qué sentido tiene dar la vida?:
Las tres han amado a África, primero en la República Democrática del
Congo y después en Burundi. Las tres, a pesar de su edad avanzada, débil salud,
habían regresado con fe y pasión en tierra africana, creyendo que también “los
cinco panes y los dos peces” de sus reducidas fuerzas podían ser un don para la
gente y para el reino de Dios.
Su casa se encontraba cerca de la iglesia parroquial de San Guido
Conforti, y en las cercanías de la casa de los Misioneros Javerianos que se
ocupan de la parroquia, situada en Kamenge, un poblado barrio periférico de
Bujumbura.
La comunidad se componía, además de ellas, de Clémentine, javeriana
congoleña: vivían juntas una presencia sencilla, fraterna en el barrio.
Clémantine enseñaba, y Lucia, Olga y Bernadetta se ocupaban de algunos
servicios parroquiales y del contacto cotidiano con la gente. Su casa servía de
apoyo para las hermanas que viven en Congo RDC que partían y regresaban a sus
países…
Teresina Caffi mm
8 septiembre 2014
El 20 de julio de 2013, desde
Kamenge, Olga hablando de su misión decía:
“Estoy en el umbral de los ochenta
años. En mi último regreso a Italia, las superioras estaban inciertas si
dejarme volver. Un día, durante la adoración, oraba: “Jesús, que tu voluntad se
haga, pero tú sabes que deseo partir”. Me vinieron claramente al espíritu estas palabras: “¿Olga, crees que puedes
salvar África? África es mía, no obstante, estoy contento de que vuelvas: ve y
da la vida”. Desde ese entonces, no he tenido más dudas”
Lucia Pulici, el 1 de octubre 2013,
antes de su regreso, contaba:
“Estoy regresando a Burundi, a mi
edad y físicamente débil y limitada, lo que ya no me permite correr día y noche
como antes. Interiormente, sin embargo, creo poder decir que el impulso y el
deseo de ser fiel al amor de Jesús, en mí, concretizado en la misión está
siempre vivo. La misión me ayuda a decirle en la debilidad: “Jesús, mira, es el
gesto de amor para ti”… Unida a él, a su don, incluso si me siento débil físicamente,
siento que puedo estar todavía al servicio de la salvación del mundo”.
A finales de agosto 2013,
Bernadetta, regresando a Burundi, decía:
“El anuncio de Jesús y el amor
misericordioso del Padre se hace comprensivo si está acompañado del testimonio
de vida. Es necesario alimentar en nosotros una mirada de simpatía, respeto,
aprecio de los valores de las culturas, de las tradiciones de los pueblos que
encontramos. Esta atención, además de dar serenidad al misionero, ayuda a
encontrar más fácilmente el lenguaje y los gestos para comunicar el Evangelio…
No obstante la situación compleja y conflictiva de los países de los Grandes
Lagos, me parece percibir la presencia de un Reino de amor que se está
construyendo, que crece como un grano de mostaza, de un Jesús presente
entregado por todos. A este punto de mí camino continúo mi servicio a los
hermanos africanos, buscando de vivir con amor, simplicidad y alegría”.
(Nuestra Traducción)
Mil gracias por todas las oraciones y condolencias recibidas.
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