8/9/14

Una ilusión, un camino, una vivencia inolvidable...

En el Instituto Psicopedagógico de los Hermanos de San Juan de Dios, en Sucre (Bolivia) este verano he conocido muchos héroes anónimos, niños y niñas de 1 a 18 años, esos ángeles de la tierra (como les llaman algunos de los trabajadores del centro) que cada uno con su historia, su pequeña vida, dejan huella a todo el que pasa por el centro. Son un modelo a seguir, ya que, viven la vida como un regalo de Dios, disfrutando cada día, cada momento aun cuando su vida está llena de algunas dificultades. Me han enseñado y me han demostrado,  con sus actitudes positivas,  que cada persona tenemos la capacidad de ser felices, si reaccionamos con actitudes positivas ante la realidad o circunstancias que nos toquen vivir.
Nuestros chicos del Psico son felices cada día, a pesar de sus limitaciones, discapacidades cognitivas, físicas, carencias afectivas,….  He sentido y vivido con ellos su felicidad en las actividades cotidianas, compartiendo las pequeñas cosas del día a día, haciendo de las cosas sencillas algo especial e irrepetible. Sus gestos, a veces,  algunas palabras  transmitían esa felicidad cuando, por ejemplo, tarareábamos una canción juntos o al dirigirles unas palabras cariñosas, al darles la comida, cuando les ayudaba a caminar o bajar por el tobogán, en los ratos de juego o cuando se cruzaban nuestras miradas me regalaban sus grandes sonrisas que iluminaban sus caras… Todas las mañanas era muy agradable levantarse temprano y saber que  al vernos entrar por la puerta se sentirían felices y contentos de que volviésemos, siendo un sentimiento recíproco el de todo el equipo.
Desde el primer día nos robaron el corazón y de alguna forma lo agrandaron queriéndonos y dejándose querer con ese amor sincero y gratuito de niños ¡Qué fácil es ser feliz con lo cotidiano! ¡Qué fácil es ser feliz con poner un poco de amor a nuestro alrededor!
También hemos sido muy bien acogidos  por los Hermanos de San Juan de Dios  y por los trabajadores del centro, sintiéndonos como en casa y formando parte de una gran familia y equipo, desde el primer día al último, ya que, nos hicieron participes de su proyecto educativo y asistencial, permitiéndonos colaborar, dándonos su confianza e integrándonos en sus vidas y en las distintas unidades de pediatría,  psiquiatría infantil, escuela, algunas sesiones de fisioterapia...El objetivo fundamental y el eje central que mueve todo son los niños, haciéndonos saber que lo más importante que podíamos hacer durante nuestro voluntariado en el Psico  era querer a los niños y disfrutar con ellos.
Admiro a todos estos grandes trabajadores del centro,  con los que he compartido este mes por todo lo que he aprendido de ellos. Con su labor diaria participan en hacer un mundo mejor y más justo.
Agradezco  que en su día a día hagan realidad, en su convivencia, los valores que les caracterizan: su gran humanidad, hospitalidad, calidez, amor y respeto a todas las personas que pasan o viven allí, haciendo la vida  más fácil a todos estos niños que tienen muchas dificultades, creyendo en sus capacidades y en sus pequeños avances. Además, crean un ambiente familiar y un clima afectivo positivo con los niños que no tienen familia, algo tan importante y necesario para que pueda producirse su desarrollo evolutivo y personal.
Finalmente decir que esta experiencia ha sido tan positiva gracias al apoyo, ilusión, confianza y cariño del gran equipo: Hermano Luis, Víctor mago, Víctor fotógrafo y Aitzi con los que he compartido esta vivencia inolvidable de humanidad y fe, que nos ha unido  y  enriquecido personal y espiritualmente. Ahora toca continuar nuestro camino con ilusión y sin olvidar que cada uno de nosotros, los de aquí y los de allá, podemos aportar nuestro granito de arena para hacer un mundo mejor cada día.
Asun Parra Cabellos
Delegación de Misiones de Sigüenza-Guadalajara

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