En el Instituto Psicopedagógico
de los Hermanos de San Juan de Dios, en Sucre (Bolivia) este verano he conocido
muchos héroes anónimos, niños y niñas de 1 a 18 años, esos ángeles de la tierra
(como les llaman algunos de los trabajadores del centro) que cada uno con su
historia, su pequeña vida, dejan huella a todo el que pasa por el centro. Son
un modelo a seguir, ya que, viven la vida como un regalo de Dios, disfrutando
cada día, cada momento aun cuando su vida está llena de algunas dificultades.
Me han enseñado y me han demostrado, con
sus actitudes positivas, que cada
persona tenemos la capacidad de ser felices, si reaccionamos con actitudes
positivas ante la realidad o circunstancias que nos toquen vivir.
Nuestros chicos del Psico son felices cada día, a pesar de sus
limitaciones, discapacidades cognitivas, físicas, carencias afectivas,…. He sentido y vivido con ellos su felicidad en
las actividades cotidianas, compartiendo las pequeñas cosas del día a día,
haciendo de las cosas sencillas algo especial e irrepetible. Sus gestos, a
veces, algunas palabras transmitían esa felicidad cuando, por
ejemplo, tarareábamos una canción juntos o al dirigirles unas palabras
cariñosas, al darles la comida, cuando les ayudaba a caminar o bajar por el
tobogán, en los ratos de juego o cuando se cruzaban nuestras miradas me
regalaban sus grandes sonrisas que iluminaban sus caras… Todas las mañanas era
muy agradable levantarse temprano y saber que
al vernos entrar por la puerta se sentirían felices y contentos de que
volviésemos, siendo un sentimiento recíproco el de todo el equipo.
Desde el primer día nos robaron
el corazón y de alguna forma lo agrandaron queriéndonos y dejándose querer con
ese amor sincero y gratuito de niños ¡Qué fácil es ser feliz con lo cotidiano!
¡Qué fácil es ser feliz con poner un poco de amor a nuestro alrededor!
También hemos sido muy bien
acogidos por los Hermanos de San Juan de
Dios y por los trabajadores del centro,
sintiéndonos como en casa y formando parte de una gran familia y equipo, desde
el primer día al último, ya que, nos hicieron participes de su proyecto
educativo y asistencial, permitiéndonos colaborar, dándonos su confianza e
integrándonos en sus vidas y en las distintas unidades de pediatría, psiquiatría infantil, escuela, algunas
sesiones de fisioterapia...El objetivo fundamental y el eje central que mueve
todo son los niños, haciéndonos saber que lo más importante que podíamos hacer
durante nuestro voluntariado en el Psico
era querer a los niños y disfrutar con ellos.
Admiro a todos estos grandes
trabajadores del centro, con los que he
compartido este mes por todo lo que he aprendido de ellos. Con su labor diaria
participan en hacer un mundo mejor y más justo.
Agradezco que en su día a día hagan realidad, en su convivencia,
los valores que les caracterizan: su gran humanidad, hospitalidad, calidez,
amor y respeto a todas las personas que pasan o viven allí, haciendo la
vida más fácil a todos estos niños que
tienen muchas dificultades, creyendo en sus capacidades y en sus pequeños
avances. Además, crean un ambiente familiar y un clima afectivo positivo con
los niños que no tienen familia, algo tan importante y necesario para que pueda
producirse su desarrollo evolutivo y personal.
Finalmente decir que esta
experiencia ha sido tan positiva gracias al apoyo, ilusión, confianza y cariño
del gran equipo: Hermano Luis, Víctor mago, Víctor fotógrafo y Aitzi con los
que he compartido esta vivencia inolvidable de humanidad y fe, que nos ha
unido y
enriquecido personal y espiritualmente. Ahora toca continuar nuestro
camino con ilusión y sin olvidar que cada uno de nosotros, los de aquí y los de
allá, podemos aportar nuestro granito de arena para hacer un mundo mejor cada día.
Asun
Parra Cabellos
Delegación
de Misiones de Sigüenza-Guadalajara
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