La Parroquia de Santa María Madre de la Iglesia ha celebrado
la vigilia de oración por las vocaciones con gran alegría y devoción. Los Marianistas
nos han acogido junto a la comunidad parroquial. Esta oración ha estado marcada
por el tiempo de Adviento que apenas hemos iniciado, la gran esperanza del
Señor que cumple su promesa y que viene a nosotros. Así también hemos visto con
esperanza que el Señor sigue llamando y que por ello oramos al dueño de la mies para
que envíe más operarios a su mies.
En un primer momento, durante la adoración al Santísimo, hemos
recordado como dice el Papa Francisco en su mensaje del año 2015 de la jornada
de oración por las vocaciones que “En
la raíz de toda vocación cristiana se encuentra este movimiento fundamental de
la experiencia de fe: creer quiere decir renunciar a uno mismo, salir de la
comodidad y rigidez del propio yo para centrar nuestra vida en Jesucristo;
abandonar, como Abrahán, la propia tierra poniéndose en camino con confianza,
sabiendo que Dios indicará el camino hacia la tierra nueva.”
Durante la Eucaristía hemos escuchado dos testimonios vocacionales
que nos mostrado como Dios sigue llamando en la historia.
La hermana Blanca, venezolana, religiosa de las hermanas del
ángel de la guarda, nos narró brevemente cómo su vocación se desarrolló en el
seno de su familia y comunidad. Ella detalló cómo, en un momento de su vida, al
ver la pobreza y sufrimiento de la gente, se interrogaba sobre la acción del
Señor que parecía a sus ojos no ver esa realidad y, a la vez cómo ha ido
sintiendo una voz interior que le decía: “tú estás ahí para esto…”,
ella entendió la llamada de Dios para ser ángel custodio de los otros para
cuidar de ellos. Es así que inició su vida religiosa hace 27 años. Ha descrito
brevemente sus alegrías y también dificultades pero sobre todo ha resaltado la
alegría que ha acompañado su vida de religiosa.
Por su parte, Lucio Bezana, marianista y párroco de Santa
María de la Iglesia, describía cómo también su vida vocacional se ha ido
fraguando en el acompañamiento de su familia y de los religiosos que ha ido encontrando.
Recordó que en una Semana Santa su encuentro con Cristo se hizo más fuerte y le
fue llevando a vivir un discernimiento vocacional más serio. Ha remarcado el
testimonio y la alegría de un hermano marianista que ha sido como un derrotero
en su vida concreta para hacerse marianista. Él también ha comentado algunas alegrías
como el encuentro con jóvenes, durante momentos importantes, en donde veía como
Cristo daba sentido a sus vidas, y también ha subrayado momentos difíciles como
la poca respuesta en la vida de alguna comunidad. Pero, ha coincidido, con la
hermana Blanca, en la alegría que siempre ha acompañado su respuesta
vocacional.
Estos testimonios dieron un sentido a nuestra oración por las
vocaciones y se convierten en un despertar para nuestro compromiso de oración y
acompañamiento de las jóvenes vocaciones que van brotando.
Rolando Ruiz Durán sx
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