Hemos vivido la Vigilia de
oración por las Vocaciones en la Parroquia Santa Maravillas de Jesús de la
Vicaría VIª Madrid suroeste, preparada con mucho esmero y con la confianza
puesta en el Señor que sigue llamando. Una Eucaristía, dos Testimonios y la
Adoración al Santísimo Sacramento, confiados en el Señor a quien le hemos
pedido que nos dé vocaciones y abra los corazones de la juventud para responder
con generosidad.
La hermana Diana, colombiana que
pertenece a la Congregación de las Siervas del Santísimo y de la Caridad nos ha
contado que nació en una familia cristiana cuya madre era una mujer de Dios.
Su
vida de fe se fue fomentando poco a poco y como sin darse cuenta dando pasos
para lo que sería su vocación. Su primer encuentro “vocacional” lo hizo con un
grupo de amigos pero sin en realidad buscar la vocación, pues tenía un novio.
Su vida se fue haciendo de encuentro y retiros de dos días que al final terminó
en uno de 30 días al cual ella nunca había decidido asistir y, el mismo día le
desmontaron todos los pretextos. Iría por una semana y esa semana terminó con
los 30 días ignacianos. Ahí hubo un encuentro con el Señor a través de su Palabra
y un deseo de plenitud. Eso la llevó a seis meses de discernimiento que
culminaron en el encuentro con la Congregación de la cual ella forma parte. Nos
ha hablado que ese encuentro se nutre mucho en una espiritualidad eucarística
que forma parte de su Congregación Siervas del Santísimo y de la Caridad. La
misión y la Eucaristía la han marcado y ahora ya tiene varios años en España, concretamente
en el Hospital San José de los hermanos de San Juan de Dios, que comparte con
actividades pastorales en la Parroquia de Santa Maravillas de Jesús.
Quique, seminarista del Seminario
San Dámaso, está cursando el primer año de teología. También él nace en una
familia cristiana, se formó en un colegio de hermanas dominicas, y ahí,
recordaba, escuchó esa vocación de Samuel que a los siete años le hizo oír
Quique en lugar de Samuel. Su deseo de respuesta nacía ahí, pero hacia los 14
años dejo de sentirlo. Curiosamente, nos contaba un proceso muy extraño: el día
de su confirmación no había sentido nada, y cuando todo mundo le felicitaba él
quería saber lo que había ocurrido. Y volvió a la catequesis para saber qué
había pasado con él. Ahí lentamente descubría lo que ocurre en el sacramento de
la Confirmación. Pasaron los años, y cuando terminaba su selectividad, hubo
varias personas que hablaban de su profesión: arquitectos, médicos, etc…, y hasta
un sacerdote. Pero él, se decía, no, esto no es una profesión… sin embargo, de
todos los testimonios el que había acogido más fuerte era precisamente el del
sacerdote. Inició la carrera de biología, que le gustaba, pero hacia el cuarto
año, pedía al Señor que terminase pronto para entrar en el Seminario. Los años
se alargaron a cuatro en lugar de dos, y también tuvo una novia. Juntos fueron
a París, ahí en una adoración, él sintió una gran pena que se expresaba en
lágrimas, sentía una especie de infidelidad ya sea hacia el Señor por su novia,
ya sea a su novia por el Señor, esto no podía ser cosa de tres. Y tuvo que
decirle lo que pasaba a ella. Ella acogía la noticia diciendo, bueno… si es por
el Señor, no te puedo decir nada. Y ahí el comprendía que Dios había hecho un
camino bonito en su vida, ya desde los siete años y ahora incluso con la que
fue su novia. En resumen, confiar en el Señor y abandonarse a él. Los
sacerdotes santos nacen en ese abandono y en la oración que se hace por ellos.
Toda historia vocacional es una
historia humana en donde Dios se manifiesta siempre y en donde cada uno puede
responder con toda libertad e intuyendo la llamada a la plenitud de la Vida. Nos
hemos despedido con este buen sabor de respirar la presencia del Señor y
anhelando que de la Parroquia Santa Maravillas de Jesús surjan respuestas a un
Dios que llama siempre y nunca deja de llamar. Nuestro compromiso es orar por
las vocaciones y vivir coherentemente nuestro seguimiento cristiano del Señor.
Rolando Ruiz Durán sx
Equipo de Misiones de la Vicaría VIª
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