Francisco Javier escribe desde Kagoshima el 5 de noviembre de
1549 a sus compañeros residentes en Goa. He aquí un fragmento en el que
Francisco de Javier prorrumpe en un himno de confianza a la Gloria de Dios. Una
característica del misionero.
“Nos, en estas partes, lo que pretendemos, es traer las
gentes en conocimiento de su criador, redentor y salvador Jesucristo nuestro
Señor. Vivimos con mucha confianza, esperando en él que nos ha de dar
fuerzas, gracia, ayuda y favor para llevar esto adelante. La gente secular
no me parece que nos ha de contradecir ni perseguir, cuanto es de su parte,
salvo si no fuere por muchas importunaciones de los bonzos. Nos no pretendemos
diferencias con ellos, ni por su temor habernos de dejar de hablar de la gloria
de Dios y de la salvación de las ánimas; y ellos no nos pueden hacer más mal de
lo que Dios nuestro Señor les permitiere; y el mal que por su parte nos
viniere, es merced que nuestro Señor nos hará, si por su amor y servicio y celo
de las almas nos acortaren los días de la vida, siendo ellos instrumentos para
que esta continua muerte en que vivimos se acabe, y nuestros deseos en breve
se, cumplan, yendo a reinar para siempre con Cristo. Nuestras intenciones son
declarar y manifestar la verdad, por mucho que ellos nos contradigan, pues Dios
nos obliga a que más amemos la salvación de nuestros prójimos que nuestras
vidas corporales. Pretendemos, con ayuda. favor y gracia de nuestro Señor, de
cumplir este precepto, dándonos él fuerzas interiores para lo manifestar entre
tantas idolatrías como hay en Japán.”
3 de diciembre de 2017, domingo I de Adviento y fiesta de San
Francisco Javier.
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