Antonio visitando una familia con enfermos en la casa
Menchu con el grupo de Kemkogui (acción católica de niños)
Grupo de monaguillos explicando la Palabra de Dios en su encuentro semanal.
“el Padre, nos da el Espíritu
Santo para que podamos imitar el estilo de vida de Jesús”
Bongor, Chad, 6 de
julio 2012.
Volver a la misión.
Hemos
venido a Bongor desde Madrid, de varios
lugares de España, Antonio es de Baena, Córdoba y Menchu de Hellín, Albacete. Todo
lo hemos ido preparando desde hace un año. Ahora se ve cristalizado el sueño de
hacer una experiencia en misión, más
bien un encuentro con la misión. No
cabe duda que esto forma parte de nuestro caminar cristiano. Es algo bonito
también para mí. Había trabajado por dos años precisamente en Bongor (97-99) y otros siete años en Gunu Gaya (2001-2008). Ahora después de
un exilio africano regreso con Antonio y
Menchu para acompañarles en su experiencia
misionera. Significativo porque se enfrentan a dos grandes barreras: la
lingüística y la cultural. Bongor pertenece a la diócesis de Pala. Aquí hay variedad
de lenguas, además del francés, el Massá,
Mussey, Marbá, Ngambay, Sará, Toupurí, Mundang, Kabalaye,
etc. El panorama rápidamente se convierte en un bonito mosaico cultural y
lingüístico que desafía incluso a los más intrépidos.
África no es un país.
En
las primeras impresiones es difícil pillar todo, parece ser que las cosas van
más allá de nuestras propias fuerzas y capacidad de comprensión. Sin embargo la
alegría lo envuelve todo. El primer domingo hemos celebrado una eucaristía
multilingüe con ochenta confirmaciones. La liturgia duró tres horas y quince
minutos. Un colorido propio de Chad pero un mismo caminar en el deseo de vivir como
Jesús de Nazareth, el Hijo de Dios. En su homilía el Padre Jean-Paul Faidjoua,
vicario general de la diócesis de Pala dijo algo muy bonito: “el Padre, nos da
el Espíritu Santo para que podamos imitar el estilo de vida de Jesús”. Sí, esto
es lo que nos ha traído hasta aquí, el estilo de Jesús que está abierto a toda
la humanidad. Nosotros, sus seguidores, queremos imitar ese estilo de Jesús,
estar con ellos, vivir con ellos, amarles y acompañarles. Desde Europa hay
muchos tópicos respecto a África, uno entre ellos es el pensar en África no
como un continente sino como una nación. Pero la realidad se refleja en un
pequeño perímetro chadiano como Bongor
en dónde se percibe la gran variedad lingüística y cultural.
Viven de lo que producen.
También hemos
podido viajar hacia Pala, 260 kilómetros de Bongor,
por rutas de “brousse”. En Alguna
ocasión Antonio me dijo: “si me dejas aquí no sabría para donde tirar”. Pero,
ahí en el interior hay vida, aldeas, gente, y nuestras misiones: Gunu Gaya, Djodo, Domo, etc. En la
sabana profunda no parece haber cambiado nada. Es verdad, ahora el paisaje es
verde debido a las lluvias, a la gente se le ve labrar la tierra y nos
comunica a través de sus sonrisas que la
esperanza es el motor de la vida. Sus sonrisas nos esconden el cansancio del
arduo trabajo. Menchu, se admira y cae en la cuenta que la gente produce lo que
come. La inmensa mayoría aquí vive de lo que produce el campo y que lo que
trabajó durante la estación de lluvias es lo que recogerá para pasar el año. No
olvidemos que estamos en el Sahel.
Los misioneros se confunden con la gente.
Antonio
me dice que le llama la atención que los misioneros se confunden con la gente.
Sus intereses son los de la gente, nos muestran las áreas sagradas, en donde se
celebran las Eucaristías, las bibliotecas que están construyendo o los
proyectos que tienen para hacerlas y apoyar la educación de la juventud
chadiana. El Evangelio toma carne en la realidad de la gente, en sus
necesidades. Por otro lado los ambulatorios o las cajas de ahorro muestran el
interés y conocimiento de sus necesidades. En fin, la prolongación del estilo
de vida de Jesús que se acerca al otro se encarna en ellos, y en nosotros, los
cristianos, cuando dejamos de pensar en nosotros mismos y levantamos nuestra
mirada hacia el horizonte para “ensanchar nuestros corazones”.
Levantar la mirada al horizonte.
En
España, Europa o desde lejos se mira poco a lo que está más allá de las propias
fronteras, lo cual se agudiza aún más en tiempo de crisis. Sin embargo, la
mirada de Jesús se clava en nuestros corazones y concretamente en estos
hermanos y hermanas chadianos en donde estamos viviendo esta experiencia y nos
mueve a hacer como él hizo. Parafraseando a Jesús en el Evangelio, recordamos que
dice: “vine a traer fuego a la tierra y cuánto deseo que ya esté ardiendo”,
queremos expresar un ojalá y la misión Ad
Gentes toque muchos corazones cristianos y que el deseo de Jesús sea
compartido por todos nosotros, que nos abramos y levantemos nuestras miradas al
horizonte humano esparcido por todos los continentes. Ahí, donde Cristo aún no
es conocido y más allá de nuestras propias fronteras.
Rolando Ruiz Durán sx
Preciosa la experiencia, Rolando. Me alegro
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