Quisiera compartir con todos
vosotros mi experiencia de la primera quincena de agosto en el campo de trabajo
misionero en Ceuta.
El fin con el que iba allí era la
posibilidad de buscar el rostro de Cristo en el mismo rostro de los emigrantes,
pero al final pude encontrarlo todos los días en todas las cosas y personas,
especialmente:
a) En la variedad del grupo que
hacíamos este año la misión. Entre nosotros había un javeriano, tres misioneras
franciscanas, tres italianos, y varios chicos y chicas de Madrid, con
diferentes edades. Fue fácil ver a Dios en la convivencia entre nosotros, en
los momentos de oración, y también en los momentos de esparcimiento.
b) En la acogida de los emigrantes
y en el conocimiento de otras religiones: dedicábamos la mañana a la acogida de
emigrantes en el Centro San Antonio, así como en el CETI. Las clases de
español, los juegos, todo era una posibilidad para entrar en relación con ellos
y compartir nuestras vidas reconociéndonos hermanos.
Por las tardes nos dedicábamos a
adentrarnos en las diferentes religiones (Islam, Judaísmo, Hinduismo), no sólo
a nivel teórico, sino también visitando los centros de culto que tienen en
Ceuta, y encontrándonos con los creyentes que buscan a Dios por este camino.
c) En la integración con la Iglesia
de Ceuta y con los ceutíes, conociendo a las personas que testimonian con su
vida a Jesús: cristianos comprometidos, sacerdotes, etc. Destaco especialmente
el fin de semana que pasamos en Tetuán con los franciscanos. Ellos, con su
alegría, sencillez y fidelidad, sostienen a los cristianos allí, y acogen con
cariño a los que llegan a su convento buscando hospedaje.
Doy gracias a Dios y a cada una de
las personas con las que me he encontrado este verano en el campo de trabajo en
Ceuta. Poder estar con ellos en lo cotidiano ha sido un regalo grandísimo y una
esperanza que me hace seguir adelante.
Sergio López (Madrid)
Acogidos por la comunidad franciscana de Tetuán |
Muchas felicidades por vuestra labor. ¡Animo! Cristo nos acompaña siempre.
ResponderEliminar