Cada año vivimos un baño de fe y misión en el Encuentro
Misionero de Jóvenes. Este fue el XII que no sólo ha tenido un tinte
testimonial para estimular la fe, sino una dimensión oracional que nos ha llevado
al necesario contacto con Cristo junto con el deseo, compartido de cada misionero
y misionera, de hablar de Él a los demás, además, dando y ofreciendo la propia
vida porque ellos son nuestros hermanos y hermanas. La pregunta ¿Dónde está tu hermano? ha sido el
hilo conductor de nuestro encuentro.
Velada Musical con Nico Montero
Hemos iniciado con el testimonio de Nico Montero,
cantautor creyente, profesor de filosofía, con amplio recorrido a través de los
lugares en dónde se encuentran muchos hermanos, lugares de marginación desde
donde el grito de la fe recobra significado y a la vez se convierte en expresión
de confianza. Su voz, es un don, es poesía hecha oración. Él nos ha permitido
vivir un momento diferente para estar con el Señor y entrar en el grito de la
humanidad que tiene ansia de felicidad y que recurre a Dios como manantial de
vida.
Coloquio con Don Carlos Osoro.
Monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Madrid
abrió la segunda jornada del encuentro con un coloquio muy cercano y lleno de
fe. A la pregunta: ¿Dónde está tu hermano? Don Carlos Osoro nos invitaba: “Jóvenes
estamos llamados a una nueva misión. Ser misioneros para anunciar el Evangelio
y que llegue a todos", solo con Dios podremos dar respuesta a esa
pregunta desde el amor. El amor no es una revolución de dar la vuelta a la tortilla
y que todo siga igual, para ello es necesario que ¡cambiemos el corazón del hombre!
"Jóvenes SED MISIONEROS, Jesús os ha convocado
para ser sus testigos", "Jóvenes viajad sin maletas llevar vuestra
vida con la intención de darla. Gastadla para los demás"; Se ha
referido a la imagen de la Virgen de la Almudena, diciendo que ella da a su
Hijo a los demás. Ahonda en ello ya que el descubrimiento de Jesús que es Dios
procura alegría, sí, la alegría del Evangelio. Y además ha dicho que los
jóvenes tienen un radar especial para captar las necesidades, por eso, el Señor
los elige, como al apóstol san Juan. Lo mismo pasa con los discípulos de Emaús,
ya que junto al Señor se experimenta algo especial, y al descubrirlo salen
corriendo para anunciar. “Seamos peregrinos guiados por el Evangelio
como hacen los misioneros. El discípulo es el que es capaz de hacer
experimentar a los demás lo que sintieron los discípulos de Emaús desde la alegría”. Ser imagen y semejanza de Dios es ser amor y
ese amor no debe guardarse para sí. El drama de la historia es no conocer a
Dios. Tres enfermedades están en nuestro mundo: el desdibujamiento, la
desesperanza y la desorientación. Algunos jóvenes están desmotivados porque no
conocen a Dios, debemos mostrárselo con nuestras vidas desde el amor. Seamos
fuente de alegría, fuente de esperanza, llevemos el amor de Dios a todos los
lugares del mundo. El hombre no es inteligencia, es libertad. Para darle nombre
a Dios necesitamos el calor de alguien que nos acompañe ¡la Iglesia!
"¿Cómo voy a dejar que un niño muera si es
imagen de Dios?" A la pregunta ¿dónde está mi hermano? La
respuesta que sigue es dar la vida. A propósito de los misioneros pregunta a
los jóvenes ¿Quieres ser como ellos? ¿Quieres ser misionero entregando tu vida a
los demás? Debemos buscar donde está nuestro hermano, en el necesitado, en el
que sufre, en el que nos necesita. Jóvenes y misioneros, es la unión perfecta
para profundizar en cómo entregarse más por los hermanos.
Mesa redonda con Pepe Cabanach y Javier Alonso Sandoica.
Hemos tenido un ameno diálogo con Pepe Cabanach
y Javier Alonso Sandoica, ellos durante 10 años nos han acercado a los
excluidos en la misión en los 5 continentes. Ellos han realizado los vídeos del
DOMUND, de Infancia Misionera y Vocaciones Nativas. Ellos nos acercan a algunos
Territorios de Misión y al trabajo de los misioneros. Han querido trazar la
vida de los misioneros a través de las actividades que ellos realizan. Han
visto que en muchas misiones, donde los misioneros están suele ser un lugar
desahuciado en donde nadie mete pie. Los misioneros encuentran en estos lugares
una gran alegría, ya que su visión va más
allá de la mirada humana, llega donde otros no van, se queda cuando otros se
marchan. Para ellos, el misionero dice a su hermano: "tus deseos encuentran su
plenitud en Dios".
En los misioneros se encuentran seres humanos llenos de Dios, son santos de nuestro tiempo. "El misionero no está arraigado a una tierra, el misionero está arraigado a una Persona", a Cristo. El misionero discierne lo que Dios quiere: "nuestras empresas nos las realizas tú" busca y acepta la voluntad de Dios. El Misionero no tiene un horario y esto es porque su vida es para dar compañía, sea a Dios sea a los demás. También es verdad que el misionero tiene que conocer la cultura para que en un proceso, que suele ser lento, se anuncie a Cristo. ¿Por qué los misioneros están ahí? como Dios se hizo hombre, ellos se encarnan en el pueblo que les acoge, hacen como Cristo. Conocer a los misioneros te cambia la vida, te das cuenta de una entrega de la propia vida, no te quedas indiferente.
En los misioneros se encuentran seres humanos llenos de Dios, son santos de nuestro tiempo. "El misionero no está arraigado a una tierra, el misionero está arraigado a una Persona", a Cristo. El misionero discierne lo que Dios quiere: "nuestras empresas nos las realizas tú" busca y acepta la voluntad de Dios. El Misionero no tiene un horario y esto es porque su vida es para dar compañía, sea a Dios sea a los demás. También es verdad que el misionero tiene que conocer la cultura para que en un proceso, que suele ser lento, se anuncie a Cristo. ¿Por qué los misioneros están ahí? como Dios se hizo hombre, ellos se encarnan en el pueblo que les acoge, hacen como Cristo. Conocer a los misioneros te cambia la vida, te das cuenta de una entrega de la propia vida, no te quedas indiferente.
Visita al Cottolengo del P. Alegre.
Por la tarde hemos ido a visitar a las hermanas
en el Cottolengo de P. Alegre. Nos han acogido como en casa. Ellas nos han
sorprendido, Dios nos ha sorprendido en ellas y en todas las hermanas que hacen
comunidad con ellas. Ellas se dedican a los más necesitados de entre los más
necesitados. Lo hacen con una gran alegría, viendo a Dios en ellos, en efecto,
con su vida decían este es tu hermano, esta es tu hermana. En la lógica de la
fe, del abandono y de la confianza en la Providencia nos han dejado callados y
sin palabras. De hecho, ellas no piden nada para su
sostenimiento, no tienen salario, ni tienen subvenciones, tampoco aceptan nada
que no sea pura confianza en la Providencia. Una visita de amor y sorpresa. La
vocación de las hermanas Eva y Claudia igual de asombrosas como lo es
Cottolengo. Confianza ciega que nos da aliciente y nos hace ver cuánto nos
falta aún andar el camino de la fe y del abandono: Dios se preocupa de nosotros
y procura que no falta nada a los que le necesitan. La oración en la vida de
Cottolengo es fundamental, ya sea para las religiosas como para las mujeres que
ahí viven.
Testimonio de la hermana Paciencia Melgar desde su experiencia con el
ébola.
El testimonio de la hermana Paciencia Melgar ha
sido un encuentro con un rostro sereno que nos transmitía mucha paz y alegría y
al mismo tiempo una gran fe con un corazón transformado. Ella, que se enfermó
de ébola y que vio morir a muchas hermanas y hermanos, inició agradeciendo a
las hermanas misioneras que fueron a Guinea Ecuatorial, en donde ella nació,
para dar ahí su vida por los hermanos. Ahí nacía también su vocación, en ese dar la
vida por los demás. Nos habló de su de su vocación misionera invitándonos a
escuchar la llamada de Dios. "Fui a Liberia como mujer, misionera y
obediente, por 'mis hermanos’, allí nos sorprendió el ébola". “Mi
hermano, dice ella, es todo mundo, no importa la raza, no importa el lugar, no
tiene barreras ni fronteras”. Nosotros sólo tenemos que decirle, “hermano
entra, aquí está tu hermano”. Nos ha narrado brevemente lo que ha vivido, la
situación tan dolorosa y de tanta soledad y miedo que ha procurado el ébola.
Veía morir a sus hermanos y hermanas estando en el mismo lecho de dolor. Pocas
fuerzas pero suficientes para levantarse y dar una mano al otro. Sí, ella dice
que hay una enfermedad y que “nuestro mundo necesita una vacuna para
sanar la indiferencia, nuestro mundo necesita de nosotros para cambiar,
necesitamos gente buena para salvar nuestro mundo”. En otras palabras
es necesario cambiar nuestro corazón. "La tierra y el mar tiene fronteras, el
corazón no. Nuestro mundo sangra por el ébola de soledad y pobreza".
Nos quedamos sin palabras ante el testimonio de entrega de la hermana Paciencia
Melgar. Su testimonio ha sido una invitación, con todo el corazón, para vivir
la fraternidad que nos hace sentir lo que somos: hijos de Dios.
Testimonio de corta duración en misión de jóvenes.
Después han seguido dos testimonios muy bonitos
de dos jóvenes, que han vivido experiencias de corta duración, uno de María
Jesús Romero, de Ciudad Real, que ha estado en Guatemala y el otro, de Miguel
Ángel Díez Tascón, de Madrid, que ha estado en Chad y Burundi. Ellos nos han
hablado como el corazón joven experimenta la fraternidad, igual que sucede a
los misioneros, que viven como hermanos con los más lejanos. Para María Jesús y
Miguel Ángel, su vida ha cambiado, ya no viven esta dimensión misionera solo
allá sino también aquí en España. De hecho, la misión cambia la vida, lo es
para los misioneros de toda la vida como para los que se acercan a la misión por
unos meses durante el verano. Ha sido una gozada escucharles y vibrar con ellos
de lo que la misión y los hermanos han obrado en ellos.
Amistad, hermandad, fe y enraizamiento en Cristo.
Este encuentro nos ha unido de tantas diócesis,
de diversas experiencias, nos ha afirmado más en Cristo y su estilo de vida.
Nos ha descubierto la fraternidad universal y la presencia de muchos hermanos. Se
crece en amistad, admiración y deseo de seguir a Cristo más de cerca. Se crece
en el deseo de ver al hermano y no cerrarle el corazón, se crece en el deseo de
no vivir indiferentes al sufrimiento del otro, de compartir la vida como tantos
misioneros y misioneras y ¿por qué no? También en el deseo de preguntar al
Señor lo que Él quiere de la vida de cada uno de nosotros. Su llamada dulce y
suave es difícil de olvidar y la presencia de los hermanos es un recuerdo
continúo del Señor que llama.
Rolando Ruiz Durán sx
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