



Un bonito día soleado, la vegetación de un
verde especial nos abría el paso al gran grupo de peregrinos que habíamos
decidido dejar de lado las cosas fáciles para elegir lo difícil siendo testigos
del Señor. Poco a poco, los cantos, la alegría de encontrarse con otros jóvenes
que también viven la fe, ha ido llenando el día y colmándolo de sentido.



Nuestra meta final de la Marcha
culminaba en la Catedral. Ahí nos encontramos con nuestro obispo, Demetrio
Fernández González que presidió la Eucaristía, el canto de entrada fue nuestro
himno que decía:
Quiero decirte mi sí, sí!
Que puedes contar conmigo,
En esta “loca aventura,”
De seguir tu camino (bis).
Quiero ser testigo, de ti Señor,
Estoy aquí me envía, a la Misión.
Grito con fuerza (hu,hu,hu), de mi corazón,
Que en lo más difícil, encontramos tu Amor (bis).
Te doy gracias Señor
Por mi juventud,
Y por la alegría,
De quien se encuentra contigo.
Y por eso rezo y canto...
“Mi Señor y mi Dios”,
Y a mis hermanos les cuento
“Que solo basta con Dios”
Quiero ser testigo...
Por este mundo me voy,
Sonriendo a la vida (ha, ha, ha...),
Y con la valentía,
Porque Tú estás conmigo (bis)!
Quiero ser testigo
Es ahí, donde como Teresa de Jesús “hemos querido elevar nuestra alma a Dios
para tratar de amistad con quien sabemos nos ama”. El seminario Mayor San
Pelagio, es decir, los seminaristas han animado los cantos, su juventud y
alegría han compaginado con la de la marcha y en ese clima hemos escuchado las
palabras de nuestro obispo que nos ha animado a vivir la vida cristiana desde
la juventud sabiendo que Dios no defrauda, que a pesar de las dificultades,
Teresa nos enseña a vivir la fidelidad a Dios que nos convierte en misioneros
de nuestros compañeros de clase, compañeros de la vida. La cercanía del obispo,
su tono paterno y alegre han sido un bálsamo en el caminar de la Marcha
Misionera y además un aliciente para vivir con fe, eligiendo en nuestra vida
entre lo fácil y lo difícil para poder ser testigos de Cristo en el mundo hoy.
No menos de 600 personas han dado sentido a una Eucaristía llena de vida. Así los jóvenes agradecían al final, después de haber escuchado la Palabra de Dios, las palabras del obispo, orando por las necesidades de nuestro mundo y de nuestra iglesia y compartiendo el Pan de Vida que es Jesucristo: “Te queremos Padre bueno, te damos gracias por Cristo el Señor que nos ama y nos muestra tu amor, te damos gracias por nuestra Marcha Misionera en la que hemos redescubierto la fe, la alegría, el cansancio, el calor, el peso de la mochila, por las reflexiones y charlas entre nosotros. Te agradecemos por Santa Teresa de Jesús, testigo de que la fe se puede vivir hasta dar la vida, por su mensaje, por sus consejos, porque de alguna manera ella nos ha reunido aquí para enamorarnos más de ti y que nos permite vernos misioneros eligiendo lo difícil y siendo testigos tuyos. Te damos gracias por todos los misioneros y misioneras que nos entusiasman y animan a ser generosos con nuestras vidas, a ser menos egoístas, a pensar en todos nuestros hermanos esparcidos en el mundo entero; te damos gracias por María, madre de Cristo y madre y nuestra; por nuestras familias, por todo lo bueno que has sembrado en nuestros corazones; ayúdanos a no olvidarte al regresar a casa, y finalmente te pedimos que nos ayudes a ser testigos tuyos en medio de los que no te conocen o sólo han oído hablar de ti de oídas.”.
No menos de 600 personas han dado sentido a una Eucaristía llena de vida. Así los jóvenes agradecían al final, después de haber escuchado la Palabra de Dios, las palabras del obispo, orando por las necesidades de nuestro mundo y de nuestra iglesia y compartiendo el Pan de Vida que es Jesucristo: “Te queremos Padre bueno, te damos gracias por Cristo el Señor que nos ama y nos muestra tu amor, te damos gracias por nuestra Marcha Misionera en la que hemos redescubierto la fe, la alegría, el cansancio, el calor, el peso de la mochila, por las reflexiones y charlas entre nosotros. Te agradecemos por Santa Teresa de Jesús, testigo de que la fe se puede vivir hasta dar la vida, por su mensaje, por sus consejos, porque de alguna manera ella nos ha reunido aquí para enamorarnos más de ti y que nos permite vernos misioneros eligiendo lo difícil y siendo testigos tuyos. Te damos gracias por todos los misioneros y misioneras que nos entusiasman y animan a ser generosos con nuestras vidas, a ser menos egoístas, a pensar en todos nuestros hermanos esparcidos en el mundo entero; te damos gracias por María, madre de Cristo y madre y nuestra; por nuestras familias, por todo lo bueno que has sembrado en nuestros corazones; ayúdanos a no olvidarte al regresar a casa, y finalmente te pedimos que nos ayudes a ser testigos tuyos en medio de los que no te conocen o sólo han oído hablar de ti de oídas.”.
José Luis Yepes resume así: “Fue una marcha emotiva, alrededor de 550
jóvenes viviendo y creciendo en la fe, con los testimonios de personas que han “elegido
lo difícil”.
Rolando Ruiz Durán sx
Carmen dice “Para mí, la marcha fue muy satisfactoria porque compartí el día con
jóvenes que no conocía. Eso me hizo madurar en la fe y ahora pienso que la fe
tiene un poder muy importante que hace que los jóvenes dediquen un día a
pasarlo con Dios y con otros cristianos. Disfrutar de un día así te hace darte
cuenta de que no eres la única chica que sigue a Jesucristo y que por tanto,
nunca te sentirás sola”.
Miguel Ángel Mateo Pozo dice de la
Marcha “La verdad es que me ha
hecho profundizar mucho más el estar con Dios, ya que para mí ha sido una
experiencia única el poder dar la catequesis al grupo que me toco, al igual que
participar en la eucaristía con el obispo. La verdad es que no sé cómo describir
esta experiencia que me he llevado de esta marcha misionera, pero si tengo una
cosa clara al igual que todos mis compañeros: Quiero ser testigo y hacer lo
difícil algo fácil en mi vida siempre con la compañía de Dios”.
Gracias a todos los que ha hecho posible esta IV Marcha Misionera Diocesana Santa Teresa de Ávila
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