Cuando un misionero regresa por un
tiempo de descanso a España, muchas peticiones salen a su encuentro: una charla
por aquí, una misa por allá. Paco Marín, misionero javeriano originario de
Villena, Alicante, tiene 35 años en Japón. Él confiesa, además con un tono de
seriedad que desvela profundidad, que le es muy grato volver porque hay una
renovación especial. Esto sucede ya que en España, en donde él escuchó esa
llamada para consagrar su vida a la misión, hace muchos años.
Se trata también de un tiempo para
visitas a familiares que son de rigor. En ese clima, también hay una familia
que lo ha acogido con mucho cariño, se trata de la familia de la Dirección
Nacional de Las Obras Misionales Pontificias. Paco ha confesado que se
sintió muy bien, no tenía palabras para expresarlo. Don Anastasio Gil, tomo un
tiempo para charlar con él y hacerle algunas preguntas sobre su misión, el
lugar en donde trabaja, etc. Se ha dado un tiempo para enseñarle los despachos
y llevarlo al lugar principal de todos, la capilla. Con entusiasmo le presentó
los detalles de una Capilla con todos sus signos misioneros y en donde Paco se
ha podido recoger unos instantes en oración.
Otra visita especial fue la
exposición de los carteles del DOMUND que desde 1942 se hacen en España.
Además, Don Anastasio le ha pedido que formulara una oración, si alguno de esos
carteles se la inspiraba. Habría que ver los ojos de Paco cuando encontró dos,
le recordaron su años mozos, cuando en Elche, participaba de la vida parroquial
con un grupo de jóvenes.
Después, un café con Rafael,
Antonio y Alfonso, una charla con Rosa y Justo, otra con Dora y Ana; un breve
saludo a Gloria y además a Paula Rivas. Un saludo rápido a Montserrat, Roberto
y a todos estos hermanos de la gran familia de las Obras Misionales
Pontificias, de la cual pocos conocen sus rostros, pero todos nos
beneficiamos de su trabajo escondido por los misioneros, una familia que le ha concedido
una mañana muy singular y llena de alegría. Ellos todos contentos de conocer a
Paco, de preguntarle por Japón, por la lengua, por los cristianos, etc. En fin,
ellos y el misionero entraron rápidamente en sintonía porque les une a todos la
misión.
Una breve entrevista para Radio
María y después el regreso a casa. No cabe duda que el encuentro con aquellos
que llevan la labor escondida para las misiones, o llamémosle “los trabajadores
ocultos de las misiones”, da un regocijo interno que no dice su nombre.
Paco me confiaba, “fue muy bonito, son muy acogedores, me he sentido como en
casa”.
Mil gracias a todos vosotros de las
OMP (Dirección Nacional), la gran familia misionera, que trabajáis para que la labor de los
misioneros sea conocida, para que la colaboración de los cristianos llegue a
destinación y que además os tomáis el tiempo de acoger a los misioneros cuando
os van a visitar a la casa de los misioneros que es vuestra casa y lugar de
trabajo.
Rolando Ruiz Durán sx
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