5-07-2015
Queridos todos y todas: Paz y
Bien.
El
tiempo, como siempre, pasa veloz y lento; veloz cuando miramos hacia atrás,
lento en el día a día. Ha pasado veloz desde la última vez que me comuniqué con
vosotros; va pasando lentamente en esta situación en la que vivimos donde, no
obstante las ostensibles mejoras, la
realidad se resiste a cambiar de forma radical si el ébola desapareciera del
todo y la normalidad comenzara a crecer, posibilitando la recuperación de la sociedad
y del País entero que aún sigue en estado oficial de emergencia.
Y
la vida sigue, como en todas partes, con sus luces y sus sombras, las primeras
son motivo de alegría y esperanza, las segundas siguen produciendo, en los
ánimos de todos, una cierta desazón que esperemos, para el bien de todos y
sobre todo para los más afectados, termine pronto. En todo caso produce
admiración el constatar que aquí siempre se percibe, aun en las sombras,
también la luz, por poca que sea…
Como
ya seguramente sabéis la situación con respecto al ébola ha mejorado mucho: los
infectados son poquísimos (unos dos o tres al día en todo el País); los aun
enfermos y en tratamiento, en todo el País, son varios centenares, de los que
la mayoría superan los efectos del virus y sobreviven. Los centros de
tratamiento se van cerrando por falta de “clientes”; las medidas de prevención,
seguimiento y tratamiento se han consolidado y están produciendo su efecto; la
asistencia a los afectados, supervivientes y huérfanos está más organizada y
llega (en general) a los que tiene que llegar… ¡en fin! que estamos a pocos
pasos de llegar a la meta deseada y tanto esperada: que el País sea declarado
libre del ébola, se levante el estado de emergencia y la vida normal pueda
abrirse paso cada vez más y mejor.
La
vida ahora es más normal: los controles en las carreteras, las restricciones de
movimiento, los horarios del comercio y de los transportes se han
flexibilizado; la escuela y la universidad abrieron sus puertas en abril, la
actividad económica y empresarial ha mejorado un poquito (falta que vuelvan las
empresas internacionales- lo harán cuando el ébola haya desaparecido), algunas
compañías aéreas han vuelto a operar…la mejoría está dando sus frutos poco a
poco. PERO faltan esos pocos pasos que son imprescindibles para que todo
termine: que los casos sean cero en todo el país, de forma continua sin ningún
día de excepción, durante 42 días. Por ahora no se consigue, todos los días,
excepto alguno, hay dos o tres casos, casi siempre en los mismos lugares en los
cuales se ha impuesto el toque de queda, de la seis de la tarde a las seis de
la mañana todo el mundo tiene que estar en su casa y se suspende toda
actividad. Son pocos pasos los que faltan, pero parece que hay que darlos en un
camino fangoso, donde la tierra es de esa rojiza, pegadiza y pastosa donde, si
no estás atento, al dar el paso se te queda el zapato incrustado en el terreno.
Parece que los que parecían más pesimistas y que decían que la cosa duraría
hasta diciembre o más, van a tener razón…, y con todo el período de alerta y
precaución será más largo. En Liberia, que había sido declarada libre del ébola
el pasado 9 de mayo, después de los 42 días sin ningún caso, el pasado 29 de
junio murió un joven por causa del virus, otras dos personas están contagiadas
y más de 200 en observación, hay que seguir vigilando…
En
todo caso, la vida sigue y las mejoras se notan en una mayor actividad
ciudadana, pastoral, laboral y de sensación de un cierto respiro en la
población, junto a una mayor esperanza de que la mejoría se afiance y propicie
la total desaparición de esta pesadilla
personal y colectiva.
Después
se meses de un cierto “recogimiento” casero da alegría ver el movimiento
producido por la apertura de la escuela y la universidad y del levantamiento de
lagunas restricciones. Aquí, diariamente y en casi todas las parroquias y
comunidades, la Eucaristía de la mañana es a las 6,30. Para celebrar la Misa,
en la parroquia o en una comunidad de las Misioneras de la Caridad de la madre
Teresa de Calcuta, hay que salir de casa sobre las 6,15, a esa hora no se ve a
casi nadie por la calle, también el tráfico es poco; cuando regreso, pasadas
las 7, las calles están atestadas de tráfico y de centenares de niños y niñas ,
adolescentes y jóvenes que van a la escuela, todos con sus uniformes (de una
gran variedad de colores y formas) relucientes, sus mochilas y sus zapatos
negros brillantes, van en grupos procedentes de los diversos barrios (ya
supondréis que aquí el Autobús escolar es el de “San Fernando”). Las escuelas
este año han dividido las clases, con turno de mañana y tarde, para tener menos
alumnos en las aulas y evitar el que estén amontonados propiciando los posibles
y temidos contagios. Como este año se ha comenzado tarde este curso y el que
viene serán más cortos, así como las vacaciones.
Ahora,
pasado el período crítico y grave, la actividad del Gobierno, de las ONG y de
las Iglesias está centrada en el apoyo a las personas y familias afectadas y a
los huérfanos; un apoyo, en la medida de lo posible, material y de solidaridad
y de acompañamiento a los que han quedado más traumatizados por esta
experiencia sufrida. Así se está haciendo en nuestra Diócesis de Makeni a
través de Caritas y de las parroquias. Entre nosotros está trabajando un equipo
de Hermanos Camilos, Congregación dedicada, sobre todo, a la sanidad, que
llevan adelante un programa de acompañamiento y apoyo a más de 200 familias que
han sufrido la pérdida de uno o más de sus miembros. El trabajo lo hacen los
hermanos junto a un nutrido grupo de personas locales preparadas previamente
para tal efecto. En nuestra parroquia son veinte las familias seguidas dentro
de este programa.
En
nuestra parroquia de San Guido María Conforti se ha recomenzado con el
catecumenado (30 niños, 25 adolescentes-jóvenes, 16 adultos)que reúne a los
interesados dos veces a la semana, sábado por la tarde y domingo por la mañana.
Así mismo se están organizando las actividades con los matrimonio, los adultos
los jóvenes, la Asociación caritativa de San Vicente de Paul…, para que cuando
se puedan recomenzar normalmente todas las actividades (cuando se quite el
estado de emergencia) no se pierda más tiempo, la esperanza es que pueda ser en
septiembre-octubre.
Seguimos
atendiendo las ocho sucursales que tiene la parroquia, la más cercana a unos 10
Km., la más lejana a unos 80. Yo suelo ir a una que se llama Rogbesseh, de
mayoría musulmana y donde hay una comunidad cristiana de unas 100 personas, de
las cuales un poco más de la mitad participan asiduamente a las celebraciones.
En general la asistencia a la Eucaristía dominical es de unos cuarenta adultos,
seis siete jóvenes y una quincena de niños o más; entre los adultos hay un
grupito de abuelas que son de las que más participan en el cantos, las danzas,
las oraciones de los fieles que, a veces, son casi como homilías. Los niños-as son
también muy activos en dar palmas (aunque no se sepan los cantos) y en danzar.
Todos los domingos empleamos unas dos horas celebrando nuestra fe y
fraternidad, tratando de abrir nuestro corazón a la acción del Espíritu para
que podamos crecer en nuestra cercanía al Señor y entre los miembros de la
comunidad, para que podamos vivir, cada vez más con los sentimientos y el
estilo de vida de Jesús. Por la puerta de la Iglesia y por las ventanas se ve
parte de la aldea: casas de adobes de barro, la mayoría no cubiertas ce
cemento; techo de láminas de zinc un tanto deteriorado; algunas casas con
ventanas sin ventanas, tapadas con tablones de madera o pedazos de zinc; calles
de tierra, ahora de barro por estar en la estación de las lluvias; una escuela
que se cae a pedazos, aunque se está construyendo una nueva; no hay
electricidad sólo dos o tres familias, las más pudientes, tienen un pequeño
generador; el agua proviene de un pozo que está en medio de la aldea construido
hace años por una ONG…¡En fin! una típica aldea rural, dedicada a la
agricultura, cuyo trabajo da para sobrevivir y, con esfuerzo, mandar a los
niños-as a la escuela primaria y a los adolescentes-jóvenes a la secundaria,
aunque más de la mitad de las familias no tienen la posibilidad de ofrecer esa
oportunidad; desde la edad que pueden hacer algo todos trabajan en el campo.
Desde
la silla de la presidencia en el reducido presbiterio veo todo este panorama y,
a veces, me distraigo pensando en las diferencias que hay en este mundo, en las
carencias que tantos tienen que afrontar durante toda su vida, en la falta de
oportunidades para una vida más adecuada que en estos sitios existe…Por otra
parte me veo a mí mismo y miro a la comunidad que tengo delante que estamos
celebrando la vida nueva y plena que en Cristo recibimos, la esperanza que Él
nos infunde, el camino de crecimiento que Él nos ofrece…, y me quedo un tanto
“pasmao” percibiendo el contraste. Un contraste que es real, pero no el que
determina nuestro encuentro con Cristo y la celebración de la fe y del amor que
Dios nos tiene y que tratamos de tenernos entre nosotros. En cualquier
circunstancia el saberse amados por Dios, el tratar de vivir el encuentro con
Jesús en la fraternidad, en la comunión, en el gozo de pertenecer a la familia
de los hijos e hijas de Dios, es un motivo de alegría, una fuerza que nos hace
afrontar las dificultades de otra forma, que nos hace crecer como personas y
como sociedad, que nos hace reaccionar frente a lo que no es conveniente para
la persona y la comunidad…Todo ello, en la sencillez de la vida de estas
comunidades, se refleja en el sentido de pertenencia a la comunidad y a la
Iglesia, en la confianza en el Señor, en la ayuda y cercanía recíproca, en
tratar de mejorar la situación de la aldea…¡En fin! que el Espíritu y al amor
de Dios trabaja en los corazones. Pensando en estas realidades se me pasa un
poco el “pasmo” y doy gracias al Señor por poder celebrar mi fe y mi adhesión a
Jesús con estas personas en estas comunidades…
Y,
entre una cosa y otra, alguna visita a una u otra escuela de las 10 que tiene
la parroquia; la inauguración de un pozo en una sucursal que ha sido
subvencionado por un grupo de bienhechores; la visita al Campo de los
poliomielíticos que está en nuestra parroquia y a la existencia del cual
colabora la Diócesis…, es decir un poco de todo con la esperanza de colaborar
en algo y estar cercanos a los grupos y a las personas entre las cuales vivimos
y trabajamos.
Todos
nosotros estamos bien, incluso ahora un poco mejor al haber llegado la estación
de las lluvias, con ellas las temperaturas se mitigan un poco y se está mejor;
aunque como no hay rosas sin espinas, la contrapartida es que con las lluvias
muchas carreteras de tierra se hacen intransitables y algunas quedan cubiertas
por el agua, imposibilitando, por semanas, el acceso a ciertos lugares y
comunidades cristianas.
¡En
fin! creo por hoy es todo, he pasado un rato agradable, por medio de estas
líneas, en vuestra compañía por medio del recuerdo. Agradezco a todos-as y cada
uno-a vuestro recuerdo, seguimiento, interés y colaboración con nosotros.
Nuestro trabajo no sería posible sin el apoyo que, en todos los sentidos,
recibimos de vosotros y de Instituciones, Parroquias, Grupos… ¡Muchas gracias!
Con
mis mejores deseos de bien, fraternal y cordialmente os saludo. ¡Hasta la
próxima!
P. Luis Pérez Hernández
s.x.
Makeni, Sierra Leona
p.d. Os mando también el saludo de estos dos vecinos nuestros que, de vez cuando, vienen a hacernos una visita. (La primera foto).
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