4/8/17

Inmenso agradecimiento... inmigrantes Ceuta

INMENSO AGRADECIMIENTO
Agradecimiento. Creo que es la palabra que mejor resume la sensación que dejan en mí estos días en Ceuta. 
Estoy inmensamente agradecida de haber tenido esta oportunidad de acercarme a la realidad inmigrante y hacerla presente en mi vida a través de personas concretas, con nombre y apellidos. Su acogida, su ilusión y alegría a pesar de lo vivido, sus ganas de aprender, su esperanza, sus valores, su sonrisa, su mirada, su cariño… han sido una continua enseñanza de vida. Ver todo lo que han tenido que sufrir para llegar hasta aquí, y todo lo que aún les queda; en primer lugar me ha hecho reflexionar sobre la suerte que tengo de haber nacido dónde lo he hecho, y qué poco lo valoro a veces. Por otro lado ha sido un recordatorio de qué es lo verdaderamente importante. Cuántas veces sufrimos por cosas tan secundarias, dejando de lado lo verdaderamente importante: familia, amigos, fe…
Agradecida de haber compartido esta experiencia con un grupo tan estupendo. Venidos de diferentes lugares de España, y del mundo, desde el primer día me sentí como en casa, en familia. Compartir tanto las buenas experiencias como las malas, aquello que más nos ha impactado, tantos momentos de alegría, risas y vaciles; y poder vivir todo esto desde la fe, ha sido una suerte enorme.
Agradecida de la experiencia de fe que también han resultado ser estos días. Ese tesoro en vasijas de barro que hemos podido descubrir a través de la oración y eucaristía diarias.  
Agradecida de haber podido conocer más de cerca la misión. A través de Rolando, Manoli e Ivanildo he entendido por primera vez la necesidad que tiene este mundo de misioneros, y cómo puede ser posible que haya personas dispuestas a dejar todo para ir a un sitio lejano, de diferente cultura y costumbres; a anunciar el mensaje de Cristo. Su ejemplo de vida y su experiencia no sólo nos han guiado estos días, si no que a través de su testimonio hemos podido ver una nueva faceta de las palabras entrega y desprendimiento.
Agradecida porque haya gente como Maite y Salva, que dan su vida por hacer de este mundo un lugar algo mejor. Hacéis diariamente una labor inmensa. Ojalá que nada ni nadie pueda con vuestra energía, ni vuestra ilusión.
En definitiva estos días en Ceuta han sido para mí un continuo aprendizaje. Aunque al principio no se hiciera entender del todo Rolando con lo de que el objetivo del campo fuera ensanchar el corazón, creo que ahora lo comprendo. Vuelvo al menos un poco transformada, con ganas de que esto no quede aquí, y que al menos mi círculo más cercano pueda abrir también un poco los ojos a esta realidad que solemos dejar de lado. Tendré presente en mis oraciones a todos los chicos que he conocido en San Antonio, a los que deseo que pronto lleguen a su destino y puedan cumplir sus sueños.

María del Pilar Baratech, Madrid

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