2/8/17

Sal de tu tierra como Abraham... Ceuta

"El Señor dijo a Abraham: -Sal de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, y vete a la tierra que yo te indicaré."
Después de los 14 días del campo de trabajo, esta cita del Génesis tiene un significado distinto. La historia de la Salvación toma forma gracias a una migración... Igual que la historia de los chicos de San Antonio.
Ellos, por necesidad, más que por deseo, partieron de su tierra para llegar a un mundo mejor: Europa. Es, en cierta manera, su Tierra Prometida, donde se les ofrecen todas las comodidades y los recursos que ellos no pueden encontrar en sus países de origen. Bien sea por la guerra, por la pobreza, o por la falta de oportunidades, buscan encontrar un lugar mejor donde asentarse. Andan, sufren, pierden amigos, familia, atraviesan la valla, para intentar llegar a una tierra donde la mayoría ni nos percatamos de que existen, y donde no son totalmente aceptados y acogidos.
Pero debe ser cierto que Dios está siempre junto al hermano más pequeño, el que sufre. Porque cada día que nosotros, los que sin ningún mérito propio hemos nacido con todo dado, nos encontrábamos con ellos, que vinieron a Ceuta con las manos vacías, podíamos ver una ilusión, una esperanza, una fuerza y una determinación que solo puede venir de Dios. Da igual que fueran guineanos o cameruneses, cristianos o musulmanes, que todos ellos, como una gran familia, mantenían las ganas de poder continuar.
Y no sólo eso, sino que se acercaban a San Antonio para que gente como yo, más jóvenes que muchos de ellos, pudiéramos intentar enseñarles un poco de nuestra lengua y nuestra cultura.
Pero misión es encuentro, y por eso nosotros nos llevamos algo de vuelta a la Península. Probablemente, mucho más de lo que se queden ellos. Primero, y, ante todo, sus nombres, sus rostros, y el convencimiento de que, al menos durante unos días, hemos convivido como verdaderos amigos. Segundo, la certeza de que los inmigrantes son personas, como tú y como yo, con sueños, inquietudes, esperanzas, también tristezas, pero deseosos de demostrar lo que valen. Tercero, la necesidad de colaborar para poder cambiar la situación, aunque sea simplemente darse cuenta de los inmigrantes que viven a mi alrededor, o contar mi experiencia para que otros puedan vivirla.
Por último, el campo de trabajo me ha ayudado a acercarme a otras culturas. La judía, la musulmana, la hindú, y la cristiana, conviviendo juntas en Ceuta. Es precioso darse cuenta de que nos unen muchas cosas, y que el respeto puede lograr que nos enriquezcamos unos a los otros. Como explicó Rolando, hay una identidad más grande que la cristiana, la musulmana, la española, la africana... y es la humana. A todos nos ha regalado Dios la dignidad de ser sus Hijos.
Por todo ello, doy gracias de haber podido conocer a Rolando, Manoli, Maite, Salva, mis compañeros voluntarios y sobre todo, a Romual, Seku, Yohannes, Ahmadou, Fidel, Cheriff, Yousuff, y muchos más que han ido viniendo a su casa para encontrarse con nosotros. Porque cada uno de ellos, siendo distinto, y con su particular forma de ver el mundo, me ha aportado algo más para poder crecer. Rezo porque puedan encontrar su lugar en Europa, que alcancen sus deseos, y, sobre todo, para que nosotros sepamos acogerlos como se merecen.

Diego Cerrillo Vacas, Madrid

0 comentarios :

Publicar un comentario