MIRAR CON LOS OJOS DE
DIOS
El Campo de Trabajo de
Ceuta, es sin ninguna duda, un lugar de encuentro bellísimo con los inmigrantes
y con otras culturas. Sin embargo, para mí esta experiencia carece de sentido
si no es por Dios (parecido a lo que diría San Pablo a los corintios). Miraras
donde miraras, allí estaba, haciéndose presente.
Lo primero de
todo: nuestro responsable dejó claro desde el principio que
esto no era "voluntariado", sino una actividad misionera. Además, Él
nos introdujo en una emocionante dinámica en la que, a diferencia de cualquier
actividad a la que vayas, no cuentas con una agenda o programación de tu día a
día. Así vivimos cada día como un regalo, aguardando lo que la Providencia (a
través de Rolando) nos tenga preparado: igual que en la vida misma. Esto nos
hizo más receptivos a sorber cada momento, a apreciar cada encuentro con los
chicos o nuestros compañeros.
En segundo lugar, ha
resultado muy fácil ver a Dios presente en cada persona. Empezando por los
inmigrantes, Dios nos mostró cómo somos todos hermanos, hijos del mismo
Padre. ¡Si es que éramos iguales! Compartimos gustos, metas, actitudes...
¿Que mi hermano quiere ser "YouTuber"? Pues Romual tiene ya ciento y
pico suscriptores. ¿Que mi amigo quiere ser futbolista profesional? Es también
el sueño de Amadou. ¿Y si en los talleres se aburren y sacan el móvil? Pues
quién les va a culpar, en mi universidad lo saca casi todo el mundo (me
incluyo). Lo único que nos diferencia es que nosotros hemos tenido más
oportunidades por nacer en otro sitio.
¿Es injusto estar
condicionado por tu lugar de nacimiento, que ni siquiera es elección propia?
¿Cómo permite Dios estas injusticias? Se me ocurren dos contestaciones: la
primera, que las desigualdades las hacemos como siempre los hombres, y la
segunda, que Dios tiene otro criterio. Todo lo material es
secundario, pero lo importante Dios siempre nos lo da: una familia, capacidad
de amar... algo por lo que merece la pena vivir. Y es que Dios nos ama a todos
por igual.
Choca darse cuenta de
ello, y ninguno de los que hemos ido hemos vuelto igual. Ahora valoramos otras
cosas.
También Dios se
reconocía muy fácilmente en Maite y Salva, un ejemplo para mí de matrimonio
cristiano con una fe viva, sobre la cual construyen su proyecto de vida
ayudando al hermano. Y por supuesto en mis compañeros y su camino de fe, en
cómo Dios vive en ellos colmando a cada cual de valentía, sencillez,
compromiso...
Un compañero me dijo:
"yo también quiero vivir una experiencia tan fuerte de Dios. ¿Cómo lo
hago?" Ya lo he dicho antes, y es la principal lección que me llevo del
campo: mirando con los ojos de Dios. No busques que se te
aparezca y te grite, porque ese no es su estilo. Él siempre está presente, sólo
hay que saber cómo mirar.
Francisco Javier Gómez-Matinho González – Madrid
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