14/9/17

Todo es gracias a ellos... Ceuta

En un principio pensaba que iba a este campo de trabajo para conocer una nueva realidad. Para descubrir cómo viven los inmigrantes, cuál es la realidad que se vive en Ceuta entre tanta mezcla de culturas. Para ayudar en todo lo que pudiese y ver como Dios estaba también presente entre personas de religiones tan diferentes.
Pero lo que he descubierto me ha roto los esquemas. Me ha hecho olvidar todo lo que imaginaba que encontraría y haría. Me ha hecho descubrir la verdadera situación de los inmigrantes en el mundo en el que vivimos.
La realidad es que ellos, los inmigrantes, no siempre pueden conseguir un visado. Y sin él, no pueden coger un avión. No pueden estudiar ni trabajar en otro país, ni siquiera pueden viajar por placer.
Lo más triste es cuando descubres que la motivación para venir a Europa es tan simple como buscar una vida mejor y que no tienen las facilidades que tenemos nosotros cuando emigramos a otros países por las mismas razones.
Para venir hasta aquí deben cruzar una valla, de 6 metros de altura y con cuchillas afiladas. Y antes de llegar a la valla deben cruzar el desierto, mientras las mafias los estafan y se aprovechan de ellos. Les tratamos como delincuentes cuando no han hecho nada.
¿Y ellos se rinden? ¿Se vuelven personas solitarias, tristes? No. Ellos te acogen, te enseñan valores preciosos, su cultura, su música, comparten contigo sus zapatos y sus bailes. Y todo esto te lo dan a ti, que vives en el país que ha puesto la valla que han tenido que cruzar. Que vives en una sociedad donde mucha gente les rechaza. Pero a ellos les da igual, no te odian. No te van apartar, no te van a poner ninguna valla.
Y es cuando te cuestionas ¿qué haría yo en su situación? ¿Cuántas veces me he rendido frente a las dificultades que se me plantean en la vida? ¿Cuáles han sido mis “vallas”? ¿Cómo me he comportado yo con otras personas cuando me he sentido rechazada? ¿Lo he hecho como los inmigrantes, que a pesar de las dificultades que les imponemos, no nos lo tienen en cuenta? ¿O me he dejado llevar por el rencor?
También te das cuenta de que tú puedes enseñarles español, informática o manualidades. Pero lo que ellos te dan, lo que te enseñan, es mucho más valioso.
Dejas de pensar que tú vas a enseñar, a ayudar y a hacer un mundo mejor. Allí el superhéroe no eres tú. Son ellos los que te enseñan, te ayudan y hacen un mundo mejor. De una manera muy sencilla, cuando convives y conversas con ellos. Descubres como de verdad es este mundo: como gente sencilla, luchadora, sin prejuicios y sin conocerte te respeta, te quiere y se alegra de que estés allí con ellos. Dejas de sentir pena, apartas de ti las ideas que tiene la sociedad de que son gente inculta, salvaje o rara. Y descubres que ellos son mejores personas que tú. Y que somos nosotros los que tenemos que aprender de ellos.
Quiero dar las gracias a Dios por darme la oportunidad de vivir esta experiencia. A Rolando, por organizar este campo de trabajo. A Maite, directora del Centro San Antonio, y Salva, por hacernos sentir como en casa. A Helena, Raúl, Antonio, Maria José, María, Bea, María José, Gemma, Antonio, Ana, Mario, Ivanildo y Magí, con los que he compartido estas dos semanas y me han hecho reír y dejar a un lado las tristezas. Y a todos los inmigrantes, a los “morenos”, gracias por hacerme descubrir el mundo en el que vivo. Por ser un ejemplo para todos, por demostrarnos que el rechazo y el odio no conducen a ningún sitio. Gracias.

María Melero Cugat - Tarragona

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