Te invito a parar antes de seguir leyendo.
Dedica unos minutos a contestar a estas preguntas.
Quizá hayas coincidido conmigo en querer un
Mundo donde todos los seres humanos tengamos la misma dignidad, las mismas
posibilidades, donde unos colaboremos con otros, sin odios, sin superioridades,
sin conflictos… ¿utopía?
Durante este verano tuvimos la oportunidad
de estar en el Centro Lerchundi, en un pequeño pueblo, Río Martil, a 10 Km de Tetuán. Es un centro de iniciativa
cristiana donde han sabido llevar a cabo el verdadero y profundo mensaje de
Jesús. Es allí donde pudimos “soñar” y hacer vida por unos momentos esta
utopía.
Allí han creado un espacio sin fronteras,
abierto a todo el mundo, no importaba tu país de procedencia, tu sexo, raza o
religión, allí se acogía a la persona, a todas y cada una de las personas que
quisieran acudir. Un lugar donde cada uno aportaba lo que era y lo que sabía y
lo ponía al servicio y disposición de los demás. Tuvimos la oportunidad de
compartir con personas muy diferentes: una familia migrante que no habían podido
pasar la frontera y se había quedado atrapada en Marruecos con dos niños
pequeños, jóvenes de diferentes lugares de centro África, jóvenes marroquíes, europeos;
profesores de universidad, filólogos, deportista; cristianos,
musulmanes, ateos…allí lo único que contaba es que todos estábamos por lo
mismo, porque creíamos en ese “mundo soñado e utópico” y cada uno queríamos
aportar nuestra persona para hacerlo posible.
Este fue un lugar de remanso de paz, de
construcción juntos, de renovar esperanzas en el ser humano y en los
compromisos pequeños en lugares pequeños.
Este lugar, unido al Centro de San Antonio en
Ceuta con su gran labor en favor del ser humano (con el testimonio de vida de
Maite, su familia y las voluntarias) han sido lugares donde se ha sembrado una
semilla en nuestros corazones.
Una semilla que en mí crece y me oprime el
corazón porque necesita salir, expandir sus ramas…siento la necesidad de contar
a todos este descubrimiento de esperanza, estas ganas de comprometerme con el
ser humano y el mundo, este coraje que te impulsa a ver el mundo bajo otro
prisma, a mirar con ojos de ilusión, la de saber que merece la pena hacer algo
y que no estoy sola.
Gracias a Rolando por esta oportunidad y a
todas las personas que habéis estado en este camino. Y gracias a Dios por estar
siempre ahí y no tirar la” toalla” con el ser humano.
Marí
José Soriano Casino- Teruel
0 comentarios :
Publicar un comentario