21/10/17

¡Qué valiente!... dicho por un inmigrante... Ceuta

-       Y vosotros, ¿qué habéis estudiado?-pregunta Fidel.
-       Yo, ingeniería industrial.
-       Yo, farmacia.
Fidel permanece atento. Me toca el turno, ¿qué respondo? ¿Qué diría Rolando?
-       Yo, teología.
Fidel se queda sorprendido y Rolando interviene para enseñarnos, una vez más.
-       Fidel, él se está preparando para ser sacerdote.
Ante esto, cambia el semblante de Fidel y dice con una asombrosa seriedad:
-       ¡Qué valiente! Eso es difícil porque tienes que renunciar a muchas cosas.
¿Renunciar a muchas cosas? ¿Me lo está diciendo un camerunés que, probablemente, haya cruzado el desierto del Sahara, huyendo de su país, con la esperanza de una vida buena y en libertad, buscando un futuro mejor en Europa? ¿Me lo está diciendo un camerunés que sin saber si algún día volverá a verlos, se ha tenido que despedir de su familia? ¿Me lo está diciendo un camerunés que, para llegar a Ceuta ha tenido que pasar muchas fronteras, renunciando a comer muchas veces, incluso ha tenido que jugarse la vida y saltar la valla? Y me quedo pensando. Entonces Rolando, con su media sonrisa típica añade:
-       ¡Vaya piropo que te ha dicho, Juan!
Y es más que un piropo, haber estado en el campo de inmigrantes San Antonio, en Ceuta ha sido un regalo de Dios. Como siempre, iba buscándome a mí mismo, bajo capa de misión y Dios, otra vez más, volvió a cambiarlo todo. Me encontré con el inmigrante, me encontré con el hermano. Esta es una de las grandes lecciones que he aprendido en Ceuta. Somos hermanos, tanto que yo, un pobre chico madrileño, he sido amigo de cameruneses y guineanos, y ¡hasta de marroquíes! Y ellos, ¡también querían ser mis amigos! Ver sus miradas, cargadas de sufrimiento y renuncias y, a la vez, de esperanza e ilusión, me enseñaba de nuevo que la vida del hombre, mi vida, está para amar y servir a Dios en los hermanos, especialmente en los más pequeños.
Han sido quince días de conocimiento sobre la realidad de las migraciones, de acercamiento a otras culturas y religiones, pero, sobre todo de amistad y de amor a los hermanos que, por suerte o por desgracia, han nacido en otro país distinto al mío. Además han sido quince días de oración y de convivencia. El grupo, liderado por Rolando e Ivanildo (misioneros javerianos) y por Manoli (franciscana misionera de María), ha sido otro regalo de Dios en esta experiencia. Ellos me han enseñado la generosidad de regalar su tiempo y sus personas a los demás. He podido ver cómo ellos, igual que yo, han ido creciendo en entrega. Cada uno veníamos con nuestras ideas y talentos, pero el conocimiento de los chicos de San Antonio han dado un vuelco a nuestras vidas. Esta experiencia ha creado lazos de amistad entre nosotros, algo que demuestra la fecundidad de estos días.
Por fin, lo único que queda al volver a la península es la certeza de que los nuevos amigos (españoles y africanos) estarán más cerca de mí, cuanto más rece por ellos. Confío en que Dios guíe y proteja las vidas de todos y espero que Ceuta me ayude a vivir mi Madrid más cerca de mis hermanos inmigrantes.

Juan Franco Hiraldo - Madrid

0 comentarios :

Publicar un comentario