26/2/12

"Vi, toqué, sentí y hablé con Dios"

Una experiencia de Misión que Antonio ha hecho en Santa Cruz, México.

Vi, toqué, sentí y hablé con Dios.
Cuando el valor de lo sencillo, la cercanía, el cariño de la gente y los gestos de amor entre hermanos se convierten en las fuentes de vida de las personas todo cambia.
Realidad diferente.
Una realidad diferente se me presento al vivir en las comunidades indígenas de Cececapa y Chacas en Huejutla, estado de Hidalgo (Méjico). Conmueve  ver un sufrimiento humano tan grande, pero al mismo tiempo ver un corazón puro y lleno de amor en la gente donde Dios guarda allí su presencia. Vaya catequesis de vida las que nuestros hermanos cristianos de estos sitios me han dado. Catequesis que implica en uno mismo realizar un análisis personal en el que se encuentra los verdaderos conceptos cristianos de pobreza, riqueza, valores etc.… ¿Qué derecho tenemos a considerarnos ricos, cuando ni siquiera somos capaces de compartir y de amar? ¿Por qué catalogar de pobres cuando cada uno de ellos es capaz de dar más que cualquiera de nosotros? ¿Qué valor tiene lo material cuando se pierden los valores de la vida? !Cuánto queda por aprender…!
Duro, pero bonito.
Duro, pero a la vez muy bonito se me hacía ver como cada familia me daba lo mejor de su casa para comer, aún suponiendo para ellos renunciar a muchas otras cosas e incluso a su propia alimentación. Cuando los niños en su mayoría descalzos y con poco de ropa que utilizar te esperaban preparados con flores para dártelas tan solo al despertarte, cuando te acompañaban a todos sitios donde ibas, mostrándome su amor en cada gesto y cada palabra, cuidando de ti como si de su hermano se tratara. Cuando sientes la preocupación de cada persona por tu salud, tu estancia y tu felicidad. Cuando ves como en cada hermano ellos ven al mismo Dios y tú por ser la figura del misionero aún más. Cuando ves las lágrimas de los mayores y niños a la hora de la despedida… Resulta muy bonito ver como las manos de los “pobres” se ponen al servicio de nosotros para ayudarnos, para alegrarnos, para hacernos felices… Cuando todo esto lo descubres, es cuando  le encuentras sentido a eso de que Dios esta más cerca de ellos que de nadie.
Gracias.
Doy gracias a Dios por dejarme vivir todo esto, por haberme hecho su instrumento en todo este tiempo y por darme diariamente esa catequesis de la vida.
También quisiera agradecer a los misioneros Javerianos por depositar en mí esa confianza y poder brindarme esta oportunidad en mi vida, y desde aquí destacar su labor en este mundo, como yo digo, vosotros sois los verdaderos superhéroes de la vida.
Tlazcamati miac. (Muchas gracias en lengua Náhuatl)
Animo a todo el mundo a que los conozcáis a estos misioneros y conviváis con ellos, siempre asumiendo la bonita responsabilidad  que ello implica.
Un abrazo Antonio.

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