2/3/12

"Lo mejor que se pueda hacer: estar con ellos, darles cariño, escuchar sus vivencias y acoger sus esperanzas"

Jesús Castro, sacerdote de la diócesis de Jaén con un grupo de inmigrantes (foto: Rolando Ruiz Durán sx)


Ceuta, lugar de encuntro con el otro.

En días pasados, estuvimos con Gigi  en Ceuta para organizar un campo de trabajo misionero el próximo verano. La idea brota del impuslo misionero que lleva al encuentro con el otro. La realidad de los inmigrantes en España, como en otros muchos lugares del mundo, nos interpela. Ella interpela nuestra fe y por ello también nuestra razón de compartir la fraternidad universal con toda la humanidad. La misión abre corazones y estrecha lazos, además rompe barreras como son la diversidad, la religión, la cultura, etc.

Los inmigrantes perciben el amor.

Conversando con un joven chadiano hemos respasado brevemente la presencia de Dios en su vida. Dios nunca le ha dejado. Ahora tiene aún ilusiones, éstas se ven truncadas al ver la dificultad para atravesar al otro lado del estrecho de Gibraltar. Pero esto no lo desanima. Ya ha caminado unos tres mil kilómetros, al menos, y recorrido durante año y medio el desierto y algunos países antes de llegar a Ceuta. Conversando con otros jóvenes, ellos me decían ser todos musulmanes y al hablar de Jesús, el cura de la foto, me han dicho: "este hombre cuando se muera irá derecho al cielo porque es muy bueno". De hecho Jesús pidió permiso a su obispo  para estar un año en Ceuta con la asociación Elín a la que pertenece. Ellos se preocupan de dar mayor dignidad a los jóvenes inmigrantes, enseñarles algo de castellano y sobre todo estar con ellos, es decir, prodigarles amor.

Queremos encontrarles y dejarnos transformar por ellos.

En verano 2012 queremos, también nosotros (los Misioneros Javerianos), unirnos a aquellos que movidos por su fe han decidido hacer algo con ellos y por ellos. Quizás lo que mejor se pueda hacer es dar nuestro tiempo, estar con ellos, darles cariño, escuchar sus vivencias y acoger sus esperanzas. Ellos tienen una experiencia de camino muy significativa, también una experiencia de Dios que conmueve y a la vez el deseo de sentirse como todo ser humano: amado, escuchado, ayudado. Por ello, nuestro deseo misionero va a su encuentro y al encuentro de Dios que nos habla através del corazón del otro.

El evangelio resuena aún hoy en día.

Es verdad el Evangelio resuena en el corazón: "Venid los benditos de mi padre... porque tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber, fuí forastero y me hospedastéis, estuve enfermo y me fuistéis a visitar... ¿cuándo?... Cuando lo hicistíes con alguno de estos más pequeños conmigo lo habéis hecho" (cf. Mt 25, 31...). !Qué este Evangelio se haga parte de nuestra vida!

Oración.

"Señor danos tu corazón para amar a nuestros hermanos inmigrantes y movernos a su encuentro,
danos tu espíritu para tener fuerzas y no ceder a la tentación del egoísmo,
danos tu amor para amar concretamente y abrir nuestro corazón a la misión de aquí y de ahora.
Te pedimos por ellos,
que encuentren en nosotros la ternura de tu rostro humano y divino".

Rolando Ruiz Durán sx

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