14/3/12

"Solo desde el amor la libertad germina"

Cuando pienso en Chad y en el proyecto de misión, me viene a la cabeza el himno de la liturgia de las horas: Solo desde el Amor la libertad germina, que intento que oriente mi vida y mi vocación misionera.
Tengo que aclarar que no estoy sola en esto, aunque esta vez me toca a mí ser la cabeza más visible de nuestro proyecto, porque este es un proyecto comunitario. Sin la comunidad de laicos misioneros javerianos, su compromiso, entrega, apoyo (espiritual y económico) y trabajo este acto de amor no sería posible.
¿Cómo empezó todo? La propuesta nos llegó a la comunidad de la mano de Salva (Salvador Romano, a quien muchos conoceréis de sus años de superior en España): la diócesis de Pala estaba buscando una persona para hacerse cargo de la gestión del centro de atención a enfermos de sida, CEDIAM, en la ciudad de Pala.
Después de un pequeño viaje de reconocimiento, que incluyó la visita a las tres misiones en las que trabajan los javerianos en la diócesis de Pala, la comunidad decidimos responder positivamente al proyecto y a finales de enero viajaré a Chad para compartir mi vida con las y los palenses y coordinar el centro.
El CEDIAM es un pequeño centro que intenta atender a las personas con VIH y sus familias. Ofrece consulta médica y acompañamiento psicológico a enfermos, enfermas y familiares; cuenta con un laboratorio donde se efectúan pruebas de despistaje y una farmacia para la distribución de antirretrovirales; realiza el seguimiento de unos 500 huérfanos y huérfanas por culpa de esta enfermedad que están acogidos por parientes; y ejecuta un programa de educación y sensibilización sobre el VIH y el sida en las aldeas y parroquias de la región.
La mayoría de las personas atendidas y que participan en las actividades del centro son mujeres y  existen grupos de generación de ingresos y pequeños proyectos productivos para que puedan mejorar sus condiciones de vida.
No puedo contar mucho más porque apenas estuvimos 15 días, muy bien aprovechados, eso sí, pero no suficientes para hablar de aquella realidad. Chad es diferente de los lugares que he conocido y vivido. Es un país poco poblado de mayoría musulmana al que el desierto del Sáhara y el Sahel van comiendo terreno cada día. Me impresionaron la planicie, las áridas extensiones de tierra y ese polvo que todo lo cubre y se pega a la piel. Es una zona complicada por el clima y las enfermedades; pero, según los misioneros que allí trabajan, lo más difícil de llevar es la soledad.
Soy consciente de las dificultades y los riesgos, y en la medida de lo posible he intentado prepararme. Estoy segura que es allí donde Dios me llama y Él me ayudará a ponerme al servicio del Reino con y entre el pueblo chadiano… desde el Amor.
Para mí, este nuevo proyecto supone una confirmación en mi vocación misionera. No es mi primera misión y siento que de alguna manera es una entrega más madura, más realista. No es que antes no lo fuera, pero la experiencia es una gran maestra (ya no voy de pardilla primeriza, aunque tengo mucho que aprender…). Esto no merma mi ilusión ni mis ganas de compartir la vida con las hermanas y hermanos chadianos, simplemente soy un poco más consciente de mis necesidades, mis debilidades y fortalezas para tratar de responder a lo que Dios me pida cada día. No va a resultar fácil, habrá momentos de sufrimiento, soledad, fracasos… pero también alegrías y logros; espero saber acogerlos todos con amor, como parte del camino, como medios que me permitan descubrir y vivir a Jesús en cada una de las personas que vaya encontrando.   
Me siento privilegiada por la oportunidad de volver a África a vivir el sueño de hacer del mundo una familia, desde la parte del planeta a la que Dios me llama y entre sus preferidos y preferidas. Por favor, rezad por el proyecto y por mí.

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