3/8/12

"haciendo nuestro lo suyo"

Jóvenes haciendo manualidades en el Centro para Inmigrantes San Antonio en Ceuta
María Elvira con un grupo al cual daba clases de castellano
Una parte del grupo paséandose por Ceuta con algunos jóvenes inmigrantes

 Campo de Trabajo con inmigrantes en Ceuta, del 7 al 21 de julio 2102
El Objetivo era encontrarnos con jóvenes inmigrantes, aportando ilusión, esperanza, ánimo... dando a la vez testimonio como cristianos. En definitiva, poder desarrollar más nuestro espíritu misionero, pues todos estamos llamados a la misión. "Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura"(Mc 16:15).
Ansiosos de poner rostro a todas esas personas.
 Partimos en barco desde Algeciras, con nuestras mochilas cargadas de ilusión, esperanza, servicio a los demás y muchas, muchísimas ganas de dar todo lo más de uno mismo. A la vez, estábamos ansiosos de poner rostro a todas esas personas, hermanos nuestros, con los que nos íbamos por fin a encontrar. Tras una "horita" de travesía, llegamos a Ceuta y enseguida nos pusimos manos a la obra. Hicimos dos grupos de entre nosotros: uno estuvo en el CETI y otro en el Centro San Antonio. En el CETI se ha colaborado con clases de español y en San Antonio con clases de español, informática y talleres de manualidades, además de alguna que otra salida a la playa, o viaje en barco turístico por el litoral ceutí con todos estos jóvenes. Estas actividades tenían lugar por la mañana. Por la tarde teníamos nuestro ratito de oración personal, oración en grupo y charlas de formación, las cuales trataban de diversos temas como la globalización, problemas de la mujer africana, etc.
Jesús se manifiesta en ellos
 Ha sido ésta una experiencia muy enriquecedora y a la vez una semilla para nuestro crecimiento interior, la cual iremos regando y cuidando a cada instante. En cada rostro de estos jóvenes se nos manifiesta Jesús: tocándonos, llamándonos. ¡Cuántas veces en nuestro día a día lo negamos de una u otra manera !Pero es en sitios como éste, donde nos despojamos de lo superfluo, quedándonos tan sólo con lo esencial, viendo a Jesús, dejándonos acariciar y tocar por Él, y abriéndole nuestro corazón. Es Él el que se sirve de nosotros para hacer la Misión, lo que pasa es que muchas veces, en la mayoría de los casos, no nos dejamos tocar, o peor aún, sabemos que nos está tocando, que está llamando a nuestra puerta, mas no le abrimos porque no queremos y miramos hacia otro lado. También vemos a Jesús en todas las personas que nos hemos encontrado que trabajan con estos jóvenes, desviviéndose por ellos.
Haciendo nuestro lo suyo
En definitiva, nos hemos unido a todos ellos, HACIENDO NUESTRO LO SUYO: sus alegrías y sus tristezas, sus ilusiones y sus desilusiones, sus esperanzas y sus desesperanzas,...Todos unidos, como miembros de un mismo Cuerpo.  Sin duda, todo aquel que vive una experiencia misionera, experimenta un cambio en su ser, el cual nos lleva a tomar opciones y actitudes diferentes, abriendo nuestro corazón, poniéndonos al servicio sin límites de los demás, encontrándonos con aquellos que sufren, porque en ellos está Jesús.
Agradecidos a Dios e interrogándonos
Nos quedamos también con un sentimiento de agradecimiento a Dios por darnos esta oportunidad. Es un regalo que nos hace a través de todos estos misioneros que se entregan en cuerpo y alma al servicio de los demás: GRACIAS DIOS MÍO.
A la vez nos preguntamos: ¿Dónde están mis contradicciones? ¿Soy coherente en mi modo de vida como cristiano? ¿Cuál es el fin último? ¿Qué podemos hacer para mejorar el mundo y distribuir mejor las riquezas?
Lazos que no se borran
 De regreso a mi ciudad, el primer día que salí, cada esquina que torcía, cada calle que cruzaba, cada paso que daba, parecía que ahí estaban todos estos hermanos nuestros que ahí se han quedado en espera de algo... ¿mejor?... Pero todos ellos, con sus sonrisas, sus bromas, sus historias, sus vivencias forman ya parte de mí de una manera tangible y a todos ellos, por donde sea que estén algún día u otro, les digo que estaremos siempre unidos en la oración.
La única deuda: el AMOR
A la vez me pregunto: ¿Lo doy todo de mí, desde lo más profundo de mi ser, como auténtico cristiano?, y contesto: NO. Sé que tengo una gran deuda: UNA DEUDA DE AMOR. San Pablo dice: "Con nadie tengáis más deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley" (Rm 13,8.)  
Gracias Dios mío por mostrarme tus caminos.
María Elvira González Moreno

0 comentarios :

Publicar un comentario