7/9/12

"No se puede hablar del hombre refiriéndose sólo a Dios o sólo al hombre"

El país de los Masá en Chad, un lugar de encuentro con la misión (foto José Antonio Gómez Pérez).

Encuentro con la misión.
Nos sucede muy a menudo que no tenemos palabras para describir algo que hemos vivido con intensidad. El encuentro con la misión es algo así, es algo mayúsculo porque pone a trabajar todo nuestro ser. Al parecer nuestras primeras impresiones entran por nuestros sentidos externos: la vista, los oídos, los olores, el gusto y el tacto. En nuestro caminar cristiano eso se asimila mejor con la reflexión y la oración. Se empieza a crear, por decirlo así, un sentido artístico, una especie de poseía, ya que las cosas calan hondo y necesitan ser expresadas aunque no tengamos palabras para ello. Aún más, cuando se trata de personas, de trato humano, la expresión requiere amor y delicadeza, cercanía y respeto. Esto sucede cuando la experiencia hace su camino en el corazón y brota la insinuación del Dios cercano, muy cercano a la vida humana.

"No se puede hablar del hombre refiriéndose sólo a Dios o sólo al hombre" (Pavel Edokimov)

El camino de Cristo.
Ese proceso es el proceso de un cristiano que desea descubrir cómo en las personas, en las culturas, en las manifestaciones lingüísticas, Dios está muy presente. La encarnación del Hijo de Dios nos sugiere tocar al igual que lo humano, también lo divino y desearíamos que el misterio de la encarnación nos penetre hasta lo más profundo de nuestro ser. En realidad se juega toda nuestra felicidad porque el único que la otorga en plenitud es el Señor. Lo más inexplicable es entender lo que sucede en la encarnación y como dice Pavel Evdokimov: “No se puede hablar del hombre refiriéndose sólo a Dios o sólo al hombre… En la encarnación la naturaleza de Dios y la del hombre se hacen inseparables”[1]. Y esto se palpa de manera muy especial en el encuentro con la misión.

Minda con su padre Vudisu (Foto Antonio José Gómez Pérez)



Describir la misión.
¿Cómo describir el encuentro con la misión? Una tentativa, quizás no sea la más adecuada, pero es lo que ha brotado de los medios que tenemos, es este bonito vídeo titulado "querer y dejarse querer". Es la experiencia misionera que Antonio ha vivido en la misión de Bongor, Chad que los Misioneros Javerianos tienen en la diócesis de Pala. Recoge la experiencia de Antonio mismo, que ha descrito y a la que ha sabido poner letra y música. Abrirse a una nueva realidad, querer y dejarse querer, crear juntos cosas maravillosas gracias a la fe y a la apertura al otro con su cultura. Son frases que entran en el corazón y nos invitan a vivir la misión. Un joven de la parroquia de Santa María la Mayor de Baena, imágenes que muestran la belleza y riqueza que Dios ha sembrado en él, en fin, la aventura misionera, la aventura de Antonio y la aventura de Dios con la humanidad.

"Descubrir un mundo nuevo y que tú formas parte de él" (Antonio ayudando a limpiar el área sagrada)

Vídeo “querer y dejarse querer”.
La primera canción del vídeo es de Isamel - Lo Jammu Africa, canta por la paz en África y que todos puedan contribuir a ella. La segunda canción: dejarse tocar, dejarse querer, es letra y música de Antonio José Gómez Pérez e interpretada por Carmen Tovar Moraga. Cantan la dimensión de la vida en el encuentro con la misión, el ir en busca de un amigo y encontrar a un hermano, el no ayudar sino descubrir la manera de crecer juntos. La apertura a horizontes nuevos de la humanidad, el estrechar la mano.

Carmen y Antonio interpretando la canción "dejarse tocar, dejarse querer".

 “dejarse tocar, dejarse querer por tu hermano, por tu hermano, dejarse tocar y también querer y por un momento empezar a amar”…

“mirar y pensar en el otro es nuestra fe”…

“necesitan de ti y también necesitas tú de ellos”…

”nadie pide dónde nacer”…

“hay otro mundo y tú también formas parte de él”…

”encuentra que tiene sentido poder vivir”…

Para ver el vídeo pinchar aquí:  http://youtu.be/fh6WVi3Hous

Rolando Ruiz Durán sx




[1] EVDOKIMOV PAVEL, Dostoevskij e il problema del male, Roma, Città nuova, 1995, p. 89. (nuestra traducción)



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