24/3/14

XI Encuentro Misionero de Jóvenes "Ayudanos"

La misión siempre atrae mucho. Los jóvenes en particular se dejan llevar por muchos sueños ya que no cabe duda que la realización humana se encuentra en el don de uno mismo. Más nos encerramos en nosotros y más nos damos cuenta que en la vida no brota esa felicidad duradera y las “experiencias de felicidad” acaban como cosas rutinarias y surgen nuevas ansias de otras “experiencias”. 
En el XI Encuentro Misionero de Jóvenes que hemos vivido en Madrid, con jóvenes de 22 diócesis venidos de toda la geografía española, una vez más ha resurgido admiración, deseos profundos y una experiencia de comunión misionera que no dice su nombre. Algunos tímidos, debido a la novedad de un primer encuentro misionero, otros radiantes de alegría al volver a encontrar rostros del año pasado. Pero en todos miradas expectantes porque el Señor va echando raíces en los corazones.
El tema del encuentro “Ayudanos” surge de aquella visión que Pablo de Tarso tiene del macedonio y que le hace atravesar fronteras pasa a Macedonia y ayúdanos (Hch 16,9);  y es así como surgía el primer salto de Continente y el Evangelio iba más allá de las fronteras de Asia y encontraba Europa.
·         ¿Alguien nos está llamando para dar este salto de Europa a… África, Asia, América y Oceanía?
·         ¿Nos hemos encerrado en nuestra España porque creemos que los otros ya no tienen necesidad del Evangelio y la urgencia de pasar de aquí para allá ha cedido a otras urgencias?

Santiago, desde China, Kenneth desde Nigeria, Iñaki desde Sudán del Sur, con sencillez y naturalidad nos hacían descubrir que aún hay muchos millones de personas que tienen necesidad de Cristo, que la misión no puede ser reducida a lo “humanitario” sino que la humanidad tiene una sed que no sacian las ONgs y que ese plus no lo da el misionero, pero sí su mensaje, el Evangelio de Cristo, que supera infinitamente el tiempo, el espacio, las fronteras, las barreras y nuestras propias limitaciones, fragilidades y condicionamientos para adherir a su llamada, la del macedonio que tiene ahora otros nombres…
Oración, no, más bien encuentro con ese rostro de Dios cercano en la presencia de Cristo, 160 jóvenes en silencio dentro de la capilla con un Cristo de talla humana que interpelaba, el silencio del sagrario y una contemplación en la cual todos quedábamos como la Samaritana, pidiendo de esa agua viva que brota hasta la vida eterna… Sí, oración, encuentro, misterio, silencio no obligado sino experiencia de esa “soledad sonora” en la que el silencio habla y transmite la humanidad divina de Cristo; en pocas palabras, la fuerza que un misionero y una misionera experimentan y termina por arrancar a mil razones el deseo de ir, de salir, de dejar la patria, la familia, etc… es decir, de hacerse misionero
Pero, se trata de un encuentro y no de un retiro, un encuentro que se traducía en comunión, en reflexión, en juego, en risas. Ese encuentro se dio bajo forma de yincana, visitando imágenes de fotos y trozos de películas de lo más ordinario,  de frases bíblicas que penetraban los corazones, de figuras de aquellos que han logrado despojarse y entregarse a Cristo y a los hermanos; de rememorar aquellos encuentros en donde ciertamente Dios se nos ha hecho muy presente, y nos ha marcado de manera particular, cuya huella ha quedado imborrable en nuestro ser y resurge siempre después de una reflexión poco usual y en un ambiente como este; de proyectarnos al final de nuestra vida y encontrarnos frente a la dulzura del Señor en dónde de alguna manera se nos permitía evocar nuestra vida y la razón por la cual podíamos escuchar: Entrad los benditos de mi Padre… porque…. Y…. Sí, nuestra vida en obras, y en obras concretas por las cuales el Señor nos hace partícipes de la dicha sin fin… Rompedor y desarmante. Esta yincana se convertía en un momento de compartir y redescubrirnos todos, entrelazados en el mismo caminar humano y con las mismas posibilidades de opción, elección y regocijos. En fin, el primer día ha sido demoledor, porque la dicha ha sido tanta que sólo en la Eucaristía podíamos unificar cuerpo, mente y espíritu.
Al día siguiente, siempre con alegría y comunión, nos encontramos con Alberto Lamana, hermano misionero comboniano, Auxi Nieves, laica misionera javeriana y Amadeo Puebla, sacerdote del IEME, que con sencillez, una vez más, pero con el testimonio de su vida nos han definitivamente roto, uno porque es hermano, pero misionero, otra porque casada y con hijos preciosos, pero misionera, el otro porque sacerdote diocesano, pero misionero, nos han imbuido en la “posibilidad” de decir Sí a la vocación misionera no importa el estado de vida en el que nos encontramos. Ni la fragilidad, ni la soledad que se pueda experimentar, ni la familia e hijos, ni la situación sanitaria, ni la comodidad en dónde nos encontramos pueden ser pretextos para decir un NO a la llamada del macedonio que nos invita a salir, a llevar lo más precioso y lo único que la Iglesia puede ofrecer a la humanidad que es Cristo y su Evangelio, e incluso, ni la necesidad que se pueda experimentar aquí mismo en España de anunciar con nuevo ahínco y ardor el Evangelio, nos pueden impedir en Confiar nuestra vida y la de nuestros seres queridos en el Señor para anunciarlo a lo lejos a aquellos que no conocen a Cristo (Misión Ad Gentes). Pon amor, y recibirás amor, y el amor construirá siempre un mundo nuevo.
Como dice un proverbio ewondo (de los Ewondo de Camerún), la hormiga no atraviesa el río sin una rama que la haga pasar a la otra orilla. El misterio de la encarnación nos recuerda que Cristo tiene necesidad de nuestras manos para poder llevar su Evangelio a otros hermanos y hermanas que como el macedonio nos dicen: Pasa del otro lado y ven a nuestra tierra, “ayúdanos” que tenemos el deseo de conocer como la Samaritana aquel que nos puede saciar nuestra sed que ninguna otra agua puede saciar.
Asun, de Guadalajara nos decía: “Este encuentro ha sido una experiencia muy positiva para poder aclararme con algunas ideas y entender  lo que significa la vocación misionera  de la Iglesia y, también, una invitación a vivir el campo de trabajo solidario de este verano con espíritu misionero: con el pensamiento de ir a compartir, a acompañar, un poquito ayudar,… sabiendo que la FE es un plus que no lo da únicamente mi buena voluntad, sino la fuerza de Dios”.
La intención misionera del Papa Francisco para este mes de marzo 2104 es: “para que numerosos jóvenes acojan la invitación del Señor a consagrar sus vidas al anuncio del Evangelio”.
Rolando Ruiz Durán sx








2 comentarios :

  1. Qué bien lo explicas todo y con cuanto cariño, una vez más felicidades querido Rolando.
    Amadeo

    ResponderEliminar
  2. Me alegra muchísimo Rolando q haya resultado tan estupendo y provechoso!

    ResponderEliminar