11/5/14

"Donar misioneros y misioneras nunca es una pérdida sino una ganancia" Papa Francisco


El sábado 10 de mayo de 2014 en la capilla del Seminario Conciliar de Madrid, la Delegación de Misiones de Madrid se ha unido a los tres días de oración con ocasión de la LI Jornada Mundial por las Vocaciones. Hemos querido responder al deseo de Jesús de orar por las vocaciones: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Lc 10, 2). Pedir por la Iglesia, que precisa tanto de vocaciones a proclamar, anunciar y formar en la verdad del Evangelio, como de vocaciones que, con sus vidas, sean signos visibles de la alegría y fecundidad del reino de Dios.
La Delegación de Misiones de Madrid, cuya tarea apostólica es fomentar la vocación misionera y velar para que en la diócesis la dimensión misionera no venga a menos. Por ello oramos para que siempre haya misioneros y misioneras dispuestos a dejar su propia tierra e ir a compartir la belleza del encuentro con Cristo con nuestros hermanos y hermanas que aún no han gozado del encuentro con el Señor Jesús. Así mismo, en esta vigilia de oración pedimos por las Vocaciones Nativas en los países de las Iglesias jóvenes, que como nos recuerda la Obra Pontifica, estas vocaciones son tesoros que debemos cuidar.

El grupo Espíritu Misionero nos ha animado los cantos oracionales y misioneros que nos han permitido orar con devoción.

Durante la vigilia, hemos escuchado, dos testimonios de vocaciones misioneras nacidas en otros continentes. El primero de la hermana Rosy Vadakkan, misionera de San Pedro Claver nacida en la India, iglesia que recibió la fe de parte del apóstol Tomás hacia el año 52. Ella misma es de rito Siro Malabar. De una familia cristiana, a los 9 años sintió por primera vez la vocación religiosa. Ella empezó a rezar para asistir al colegio y Dios proveyó. Trabajando en una guardería al mismo tiempo daba catequesis. Ella sintió en un retiro un deseo más fuerte y se dijo: “Yo quiero ser misionera”. La congregación de las hermanas misioneras de San Pedro Claver fundada en Austria con el fin de animar a todos, a corresponder con la responsabilidad misionera recibida en el bautismo fue la congregación a la que ingresó. Ha vivido en la India, en Estados Unidos, en Canadá, en Italia y ahora en España. Su testimonio terminaba repitiendo lo que dice el Papa Francisco “a quienes se interrogan por su vocación que no tengan miedo”.

De una Iglesia de Asia y anciana como la europea pasamos a una de las Iglesia más jóvenes del mundo: Chad. Fue el turno del testimonio de la hermana Benjamine Kimala, misionera comboniana. Ella narró como viviendo al norte de Chad de mayoría musulmana escuchó hablar de religiosas que anunciaban el Evangelio y le entró ese deseo. Proveniente de una familia polígama y siendo la menor no veía claro poder secundar su llamada. Sin embargo y a pesar de las dificultades para estudiar y responder a su vocación entró en un proceso de discernimiento. Un librito titulado “África o muerte” en que hablaba de San Daniel Comboni y de cómo había luchado para liberar a esclavos africanos y devolverles la libertad le fue indicando su camino. Sí un europeo era capaz de dar su vida por los hermanos africanos, también ella podría hacerlo. Ella citó al Papa Benedicto XVI, que a su vez citaba a Juan Pablo II, diciendo “la fe se fortalece dándola” descubrió que la misión es dar y recibir. Con entusiasmo nos mostraba cómo su vida misionera le dio mucha alegría que nos contagió.

Hemos recordado algunas palabras muy bonitas del Papa Francisco en el Mensaje del Domund 2013 que tocan la vocación misionera: « Quisiera animar a todos a ser portadores de la buena noticia de Cristo, y estoy agradecido especialmente a los misioneros y misioneras, a los presbíteros fidei donum, a los religiosos y religiosas y a los fieles laicos –cada vez más numerosos– que, acogiendo la llamada del Señor, dejan su patria para servir al Evangelio en tierras y culturas diferentes de las suyas. Pero también me gustaría subrayar que las mismas iglesias jóvenes están trabajando generosamente en el envío de misioneros a las iglesias que se encuentran en dificultad –no es raro que se trate de Iglesias de antigua cristiandad– llevando la frescura y el entusiasmo con que estas viven la fe que renueva la vida y da esperanza. Vivir en este aliento universal, respondiendo al mandato de Jesús «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones» (Mt 28,19) es una riqueza para cada una de las iglesias particulares, para cada comunidad, y donar misioneros y misioneras nunca es una pérdida sino una ganancia. Hago un llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad a la voz del Espíritu Santo, según su estado de vida, y a no tener miedo de ser generosos con el Señor. Invito también a los obispos, las familias religiosas, las comunidades y todas las agregaciones cristianas a sostener, con visión de futuro y discernimiento atento, la llamada misionera ad gentes y a ayudar a las iglesias que necesitan sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos para fortalecer la comunidad cristiana» (5).

Rolando Ruiz Durán sx

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