El sábado 10 de mayo de 2014 en la capilla del
Seminario Conciliar de Madrid, la Delegación de Misiones de Madrid se ha unido a los tres
días de oración con ocasión de la LI Jornada Mundial por las Vocaciones. Hemos
querido responder al deseo de Jesús de orar por las vocaciones: «La mies es
abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe
obreros a su mies» (Lc 10, 2). Pedir por la Iglesia, que precisa tanto de
vocaciones a proclamar, anunciar y formar en la verdad del Evangelio, como de
vocaciones que, con sus vidas, sean signos visibles de la alegría y fecundidad
del reino de Dios.
La Delegación de Misiones de Madrid, cuya tarea
apostólica es fomentar la vocación misionera y velar para que en la diócesis la
dimensión misionera no venga a menos. Por ello oramos para que siempre haya
misioneros y misioneras dispuestos a dejar su propia tierra e ir a compartir la
belleza del encuentro con Cristo con nuestros hermanos y hermanas que aún no
han gozado del encuentro con el Señor Jesús. Así mismo, en esta vigilia de
oración pedimos por las Vocaciones
Nativas en los países de las Iglesias jóvenes, que como nos recuerda la Obra
Pontifica, estas vocaciones son tesoros que debemos cuidar.
El grupo Espíritu Misionero nos ha animado los cantos
oracionales y misioneros que nos han permitido orar con devoción.
Durante la vigilia, hemos escuchado, dos testimonios
de vocaciones misioneras nacidas en otros continentes. El primero de la hermana
Rosy
Vadakkan, misionera de San Pedro Claver nacida en la India, iglesia que
recibió la fe de parte del apóstol Tomás hacia el año 52. Ella misma es de rito
Siro Malabar. De una familia cristiana, a los 9 años sintió por primera vez la
vocación religiosa. Ella empezó a rezar para asistir al colegio y Dios proveyó.
Trabajando en una guardería al mismo tiempo daba catequesis. Ella
sintió en un retiro un deseo más fuerte y se dijo: “Yo quiero ser misionera”.
La congregación de las hermanas misioneras de San Pedro Claver fundada en
Austria con el fin de animar a todos, a corresponder con la responsabilidad
misionera recibida en el bautismo fue la congregación a la que ingresó.
Ha vivido en la India, en Estados Unidos, en Canadá, en Italia y ahora en
España. Su testimonio terminaba repitiendo lo que dice el Papa Francisco “a
quienes se interrogan por su vocación que no tengan miedo”.
De una Iglesia de Asia y anciana como la europea pasamos
a una de las Iglesia más jóvenes del mundo: Chad. Fue el turno del testimonio
de la hermana Benjamine Kimala, misionera comboniana. Ella narró como viviendo
al norte de Chad de mayoría musulmana escuchó hablar de religiosas que
anunciaban el Evangelio y le entró ese deseo. Proveniente de una familia polígama
y siendo la menor no veía claro poder secundar su llamada. Sin embargo y a
pesar de las dificultades para estudiar y responder a su vocación entró en un
proceso de discernimiento. Un librito titulado “África o muerte” en que
hablaba de San Daniel Comboni y de cómo había luchado para liberar a esclavos
africanos y devolverles la libertad le fue indicando su camino. Sí un
europeo era capaz de dar su vida por los hermanos africanos, también ella
podría hacerlo. Ella citó al Papa Benedicto XVI, que a su vez citaba a
Juan Pablo II, diciendo “la fe se fortalece dándola” descubrió que la
misión es dar y recibir. Con entusiasmo nos mostraba cómo su vida misionera
le dio mucha alegría que nos contagió.
Hemos recordado
algunas palabras muy bonitas del Papa Francisco en el Mensaje del Domund 2013
que tocan la vocación misionera: « Quisiera animar a todos a ser portadores de
la buena noticia de Cristo, y estoy agradecido especialmente a los misioneros y
misioneras, a los presbíteros fidei donum,
a los religiosos y religiosas y a los fieles laicos –cada vez más numerosos–
que, acogiendo
la llamada del Señor, dejan su patria para servir al Evangelio en tierras y
culturas diferentes de las suyas. Pero también me gustaría subrayar que
las
mismas iglesias jóvenes están trabajando generosamente en el envío de
misioneros a las iglesias que se encuentran en dificultad –no es raro
que se trate de Iglesias de antigua cristiandad– llevando la frescura y
el entusiasmo con que estas
viven la fe que renueva la vida y da esperanza. Vivir en este aliento
universal, respondiendo al mandato de Jesús «Id, pues, y haced discípulos de
todas las naciones» (Mt 28,19) es una riqueza para cada una de las iglesias
particulares, para cada comunidad, y donar
misioneros y misioneras nunca es una pérdida sino una ganancia. Hago un
llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad
a la voz del Espíritu Santo, según su estado de vida, y a no tener miedo de ser
generosos con el Señor. Invito también a los obispos, las familias religiosas,
las comunidades y todas las agregaciones cristianas a sostener, con visión de
futuro y discernimiento atento, la llamada misionera ad gentes y a ayudar a las
iglesias que necesitan sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos para
fortalecer la comunidad cristiana» (5).
Rolando Ruiz Durán sx
0 comentarios :
Publicar un comentario