Hace un año, con la Solemnidad
del Sagrado
Corazón de Jesús, las Vigilias de Oración por las Vocaciones
dieron comienzo en la Vicaría VIª Madrid suroeste. Hemos pasado por las
Parroquias de Nuestra Señora de África,
La Resurrección, San Alfonso María de Ligorio, San
Miguel Arcángel, San Hilario de
Poitiers, Nuestra Señora del Aire,
Sta. Catalina Labouré, Nuestra Señora del Sagrario y finalmente,
al término del año, por Santa Cristina. Con la colaboración-ayuda
de párrocos, sacerdotes, fieles, la Coordinación de Vocaciones y Misiones, las
Clarisas Franciscanas de General Ricardos y el grupo APOR (Apostolado de la
Oración) se ha pasado por todos los arciprestazgos de la Vicaría.
Las Vigilias de Oración por las
Vocaciones nacieron como respuesta a una de las actividades propuestas
por la Misión Madrid en cuyo programa señalaba que “Dentro de la misión entre los
jóvenes deberíamos potenciar la pastoral vocacional, tanto al ministerio
sacerdotal como a la vida consagrada”. Y por ello el deseo de orar por
las vocaciones a la vida sacerdotal, consagrada, misionera y matrimonial se ha
concretado, cada mes, en una Eucaristía con la intención por las
vocaciones, dos o tres testimonios vocacionales y un momento de
adoración-oración por las vocaciones. La respuesta en las diferentes
comunidades ha sido bastante favorable y el despertar, acerca de nuestro
compromiso-deber-sostenimiento, en favor de la respuesta a la llamada que Dios
dirige personalmente a cada uno, va creando conciencia de nuestro seguimiento
de Cristo.
La vocación nace en el corazón de cada
persona, se cultiva con la oración al contemplar el amor de Jesús por la
humanidad y al escuchar su llamada a seguirle. Orar a Cristo Jesús y adorarlo con
la advocación del Sagrado Corazón, es adorar al mismo Dios. Su amor
misericordioso, cercano de los marginados, los pecadores, los que sufren y los
pobres, suscita el deseo de ir en pos de él. Un amor que se sacrifica por
nosotros, mostrando un corazón lleno de bondad. Su amor ardiente por el Padre y
por todo el género humano, por quien se ofreció, continúa mostrándonos amor a partir
del tabernáculo de donde nos llama a Él, en donde podemos convivir con la
persona amada. Es así, que en esta vigilia hemos escuchado cómo Jesús sigue llamando para
consagrarle toda la vida por amor al Padre y a la humanidad en las diferentes
vocaciones: al sacerdocio, a la vida religiosa, misionera y matrimonial.
Los dos testimonios vocacionales
han sido de una pareja, que justo ese día cumplían 22 años de casados, Ana y
Carlos y de Eduardo Thcipolo, misionero espiritano originario de Angola.
Ana y Carlos han expresado
la alegría de dar testimonio de su vocación al matrimonio exactamente en la
fiesta del Sagrado Corazón de Jesús porque en esta solemnidad se casaban hace
22 años. Originarios de una parroquia céntrica de Madrid y miembros de grupos
juveniles se encontraron, dando comienzo la vocación a la cual Dios los llamó. Ahora
con el regalo de 4 hijos daban gracias a Dios por su vocación y se descubrían
felices intentando de responder cada día a esta bonita vocación. El
prójimo al que deben amar y que es más próximo es la propia pareja, decían,
pero que se extiende hacia los hijos y paulatinamente va creciendo hacia todos
los demás. Su alegría se dejaba ver y entusiasmaba por la sencillez y transparencia
de su amor recíproco, envuelto en un itinerario de fe.
Por su parte Eduardo Tchipolo, nos advirtió
que su vocación no tenía nada de extraordinario. Nacido en un país en donde se
vivió la guerra civil durante 30 años nos hizo tocar ciertos momentos cruciales
de su vida. Él fue un chico con deseos de ayudar debido a que durante la guerra
había visto mucha gente sufrir, había querido hacerse médico. Sin embargo
andando por caminos insospechados, se encontró en un grupo vocacional que al año lo llevó a inscribirse en el
seminario. Al mismo entró, sin tener la claridad de una vocación al sacerdocio,
vida misionera religiosa y poco a poco fue vislumbrando su llamada. Interesante
cuando, al hablar de dificultades y alegrías en su camino vocacional, señaló la
marca de la alegría, pero más sorprendente fue
al confesar que las dificultades que ha vivido lo han llevado al sentido
de compartir, de abrirse al otro, de dar lo que tenía entre dos, tres o más.
Sin duda, aseveró “que las dificultades lo han fortificado en su vocación y al final de
cuentas lo han conducido a la alegría que experimenta de ser
sacerdote-misionero, plenificándolo”.
Después hemos consagrado un
tiempo para escuchar la voz del Señor, adorándolo en el Santísimo Sacramento,
intercalando con alguna letanía al Sagrado Corazón y después nos hemos
despedido prometiéndonos continuar para el año pastoral próximo (2014-2015) las
Vigilias de Oración por las Vocaciones.
Rolando Ruiz Durán sx
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