2/11/14

Frente al ébola: sembrar esperanza y ser cercanos Sierra Leona

Como ya he contado anteriormente, dada la distribución de los católicos por el territorio de la parroquia, que tiene una parte urbana y otra rural, la parroquia se entera enseguida, informada por algún feligrés, de la existencia de algún afectadode que hay alguna casa o casas aisladas por 21 días por haber algún caso sospechoso o una muerte de la que no es clara la causa.
Hace unos días nos informaron de que en la aldea de Roketeh, perteneciente a nuestra parroquia, a unos 8 Km. de Makeni había tres casas en aislamientoAl día siguiente fuimos a visitarlas acompañados de varios colaboradores de la parroquia, se trataba de tres casas cercanas alineadas en el camino terregoso que llega al centro de la aldea.
Lo ocurrido era lo que con frecuencia, por desgracia, se repite de forma parecida en otras ocasiones y que contribuye a la extensión y contagio del ébola y sus trágicas consecuencias:
Un joven, que vive en Freetown, se siente mal y vuelve a su aldea (Roketeh) para estar en su casa con los suyos, su madre le atiende y le cuida; el joven empeora y se lo llevan a la capital. Unos días más tarde, la madre se siente mal y acude a la destartalada clínica de una aldea cercana y más grande (Makari), la clínica está atendida por una enfermera que recibe a la madre y la ingresan. Desde Freetown, donde el joven ha sido llevado al hospital por haber empeorado y por fin muerto, llaman a la clínica de Makari para decir que el joven al que atendieron ha muerto por causa del ébola; demasiado tarde, la enfermera que atendió a la madre y la madre misma están contagiadas y ya han muerto también. Cerca de la casa donde estuvo el joven hay otras dos casas, en ellas habitan familiares de la anterior, la madre iba y venía a estas dos casas, dos más fueron infectados: una madre con nueve hijos, que ha muerto y un hombre que, poco a poco, está recuperándose. Ahora las tres casas están en aislamiento «voluntario» ya que aunque ha pasado más de una semana todavía no ha aparecido por allí ningún personal sanitario.

Todo lo anteriormente dicho lo hemos venido sabiendo en las sucesivas visitas que el equipo parroquial encargado ha hecho a estas familias para ofrecerles alimentos para una mejor supervivencia; alimentos que complementan la ayuda del gobierno en estos casos, aunque en éste la ayuda aun no ha llegado, ni tampoco los sanitarios…
La primera visita que el quipo parroquial hace tiene como objetivo el hacer saber a esas familias (católicas, protestantes, musulmanas…) que hay personas que saben la situación en la que se encuentran, que rezan por ellas, que trataran de ayudarles a que puedan trascurrir estos 21 días lo mejor posible, que pasarán por allí de vez cuando para interesarse por su situación…Es una visita un poco «fría», los afectados no conocen a los que llegan y, dada su situación, son un poco recelosos de las «consecuencias» que podría tener esa visita, se muestran, en principio, poco comunicativos y un tanto esquivos. Por parte de los que vamos a visitar también hay una cierta aprensión al no saber con exactitud lo que allí encontraremos. En todo caso, al final la cosa ha cambiado un poco después de hablar, de informarnos recíprocamente, unos de lo que ha ocurrido, otros de que se desea acompañar y ayudar en esta difícil situación. Toda la conversación realizada a una prudente distancia como manda el «protocolo».

En las casas africanas suele vivir y convivir un buen número de personas: ancianos, adultos, jóvenes, niños; el ambiente suele ser bullicioso y en gran medida alegre y ruidoso…Llama la atención cuando llegamos a estas casas aisladas el silencio que encontramos, la falta de «vivacidad» de los que allí están y nos reciben, las miradas casi perdidas de las personas con las que hablas, la actitud como resignada que encuentras…, todo ello, pienso yo, como consecuencia de la situación en la que se encuentran, de la incertidumbre sobre su futuro y, sobre todo, sus vidas…, ya saben lo que ha pasado en otras partes, muchos han muerto, ciertamente tiene que ser una experiencia agobiante: esperar durante 21 días para ver lo que pasa, si vivirás para contarlo o morirás para formar parte del número de las estadísticas que las autoridades sanitarias publican cada día; son 21 días que deben parecer años y con una obsesión fija, clavada como un clavo, en la mente y en el corazón: ¿qué será de nosotros?
Cuando regresamos a nuestra casa, después de las primeras impresiones sobre la visita, el viaje en el coche se realiza casi en silencio, no hay mucho que decir, es una situación casi «típica» de casos como este. Se va en silencio pensando en esa gente que se añade al número de los «sufrientes», en este caso unas 18-20 personas, por las cuales no se puede hacer mucho. Se va pensando en cuantos ya no estarán en la próxima visita y en los que quedarán al final. En algunos casos han muerto más de dos tercios de una familia o una casa. Se va pensando en la angustia, el miedo y la incertidumbre con que estas personas vivirán estos 21 días. Volvemos a casa un poco como con la «mente en blanco», un tanto desconcertados, impotentes, tristes por haber visto la situación de esas personas que se encuentran en un estado que se podía, en gran parte, haber evitado con más información, más prevención, una actuación sanitaria más adecuada y rápida, más medios para detectar la infección y tratarla lo antes posible…
La situación va mejorando un poco en cuestión de información sobre lo que hay que hacer: ir al hospital cuando uno se siente mal, no tener contacto físico con los demásseguir las orientaciones de las autoridades sanitarias…; discursos de presidente de la nación, intervenciones de las autoridades sanitarias, machacona repetición en la radio, las parroquias, las instituciones, las ONGs…, están haciendo que la gente tome conciencia y, por lo tanto, los contagios tiendan a disminuir, aunque todavía la incidencia del virus permanece a un nivel alto.
¿Qué hacer?: Informar e informar, incrementar la prudencia y la prevención, acompañar a los afectados con cercanía y empatía (en esto estamos), tratar de detectar a tiempo para intentar curar. Para estas dos últimas cosas hacen falta personas preparadas y medios adecuados que aquí escasean y que se esperan de la ayuda internacional, ayuda que está llegando poco a poco (un gran gracias a los que han llegado y a los que han mandado equipamiento), pero demasiado poco a poco y lentamente, con una lentitud que costará, por desgracia, muchos más sufrimiento y muertos y que, como en otras tantas ocasiones, supondrá una vergüenza para la comunidad internacional, para los que la tengan me refiero…
Muchos saludos, mis mejores deseos de bien y hasta la semana que viene.
P. Luis Pérez Hernández s.x.
Misionero Javeriano en Sierra Leona

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