Las
campanas (normalmente llantas de coche que se golpean con un martillo)
permanecen en silencio y el muecín, desde al alminar, no llama a la oración; estamos en estado de emergencia y, desde
el 24 de diciembre, a las cero horas, se ha establecido el toque de queda: todos tenemos que estar en nuestras casas hasta el lunes 29
de diciembre.
La
noticia del toque de queda tan prolongado fue anunciada el 23 por la mañana.
Todo el mundo se lanzó a la calle a comprar lo necesario, en muchos casos lo
imprescindible pues el dinero no da para más, parapoder alimentarse en estos
cinco días… El 23 por la tarde Makeni era un hervidero de gente
que iba de un lado para otro tratando de encontrar lo necesario para estos
días. En muchos casos la cosa no es fácil, muchos viven al día, del
pequeño mercado, con la ganancia de lo vendido compran los alimentos para el
día siguiente, comprar para cinco días seguidos es una ardua
tarea, para muchos no será posible…
Hace
algo más de un mes parecía que la incidencia del ébola estaba
ligeramente remitiendo en general y en el distrito de Bombali (donde está
Makeni) en particular; pero la realidad ha cambiado de signo:
los afectados y los muertos en el distrito están aumentando.
Las
fiestas de Navidad y del fin de año se parecen un poco a las nuestras (claro
está, sin el alarde decorativo de hogares, calles y plazas…; sin la abundancia
de todo en estos día; sin la misma posibilidad de «consumo»): En Navidad la
gente se reúne, las personas viajan para encontrarse con la familia, la gente
sale a la calle para cantar y bailar, se organizan fiestas populares donde se
baila…, normalmente se bebe un poco más…¡En fin! cosas todas que, en una
situación normal, expresan la alegría de las fiestas que se
celebran y se viven con los demás; pero que en la situación actual
pueden ser motivo de tantos contagios por el posible movimiento de las personas
y la posibilidad de muchos contactos…Solución: evitar
todo ello con el toque de queda, medida prudencial en bien de la
población, pero que afecta a la celebración de estas fiestas de manera
considerable. Este año la celebración de la Navidad ha sido más íntima y
recogida, en el ámbito familiar o, al máximo, junto a alguna familia vecina…De
hecho, ni por las noches ni durante el día, se escuchan cantos o música que
pongan de manifiesto celebraciones de ninguna clase.
Por
lo que respecta a las celebraciones religiosas cristianas y a
la oración musulmana todo ha sido suspendido, Mezquitas a
Iglesias están cerradas hasta el lunes; a los cristianos se nos ha permitido
celebrar la Navidad el 25 de diciembre en las parroquias; podemos ir a la
Iglesia y, terminada la celebración, regresar a casa lo antes posible. El
ejército y la policía, desplazados en la ciudad, se encargan de controlar y de
hacer cumplir el toque de queda.
En
nuestra parroquia San Guido Mª Conforti habíamos comenzado a preparar la
Navidad nueve días antes, cada día oración-rosario, escenificación de una
escena evangélica en torno a la Navidad, cantos y reflexión. Niños, jóvenes y
adultos representaron con entusiasmo e imaginación su pasaje; la iglesia casi
se llenaba todos los días y la participación fue activa, gozosa y sentida. El
martes 23 de diciembre, con lo del anuncio por la mañana del toque de queda,
nos quedamos sólo con los niños y los jóvenes, los adultos tuvieron que
empeñarse para salir al paso de las necesidades familiares para los cinco días
de«encierro forzoso» en casa.
Los
cristianos salimos de casa el 25 por la mañana para
celebrar la Navidad en nuestras respectivas parroquias. Las calles y
los barrios estaban desiertos, sólo se veía, aquí y allí, alguna persona
caminando (bicicletas, motos y coches no pueden circular), la mayoría iba a
participar en la Eucaristía o en algún Servicio Religioso Cristiano. En nuestra
parroquia había dos Misas, a las 8,00 y a las 10,00 de la mañana, las dos
llenas de feligreses, sobre todo la de las 10,00 que es la«Misa Mayor»: poco a poco, en pequeños grupos o
familias el templo se iba llenando hasta llegar al completo. Como en todas las
fiestas, pero sobre todo en esta de Navidad, el personal luce sus mejores
galas, sobre todo los niños; muchos-as llevan sus trajes típicos, colorido e
imaginación de diseño se hacen presentes.
Casi dos horas y media de celebración
concentrada y festiva: cantos, danzas, largas procesiones (medio danzando) de
entrada y ofertorio donde se ofrecieron dinero y alimentos que serán repartidos
con los más necesitados, sobre todo entre los afectados de ébola.
Las oraciones y peticiones se centraron
en la acción de gracias por la presencia de Jesús en medio de nosotros, por la
nueva vida que de Él recibimos, por la esperanza a pesar de la situación
actual; se pidió por los afectados del ébola, por la gracia de saber responder
adecuadamente, como cristianos y hermanos-as, a esta crisis, por el mundo, la
paz y la fraternidad. Toda la celebración se vivió con gozo, confianza en el
Señor y en la comunidad, con esperanza…Ya terminando el canto final se alargaba
y la gente iba saliendo del templo medio danzando y alegres por haberse
encontrado con el Señor y con los demás hermanos-as de la comunidad…
A la salida se formaron algunos pequeños
corrillos que, medio en broma medio en serio, comentaban la situación, los
efectos del toque de queda, el cómo estaban celebrando, cada uno en sus casa,
estas fiestas tan especiales tanto por lo que significan, como por el modo,
restringido este año, de celebrarlas… Poco a poco la gente se fue encaminando a
sus casas siguiendo las orientaciones de las autoridades, según las cuales lo
permitido, dentro del toque de queda, era salir de casa para ir y volver al
lugar donde cada uno iba a celebrar la Navidad.
¡En
fin! que hemos tenido dos niveles de celebración: la
general, contenida, casi inapreciable, sin ruidos ni alharacas; la familiar y
la de la comunidad cristiana, sentida, participativa, lo suficientemente gozosa
y compartida. Ambas un tanto en «tono menor», como
solidarizándonos con la situación general del país que, aunque
con esperanza, está viviendo estos momentos difíciles de prueba, sufrimiento y
necesidad.
La
consideración del Niño-Dios nos llena de esperanza al pensar que desde la «debilidad de un Niño» nacido en la pobreza y casi
en el anonimato, se puede «crece»” en el amor y la fraternidad; se pueden tener
«las fuerzas» para afrontar el mal con el Bien, lo adverso con esperanza y
confianza renovada en el Señor y en los hermanos y hermanas con los que
vivimos, compartimos la fe y la celebramos.
A todos-as deseo que estas Navidades
hayan estado, y sus vidas sigan estando, llenas de la presencia del Señor y que
el año nuevo venga repleto de Sus bendiciones.
Con mis mejores deseos.
P. Luis Pérez Hernández s.x.
Misionero Javeriano en Sierra Leona.
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