26/2/18

La misión vivida en la alegría del encuentro


La semana misionera “la alegría de la misión en un parroquia” en la Crucifixión del Señor de la Vicaría VIª ha dado inicio este domingo 25 de febrero, tal y como estaba previsto. Un encuentro con los niños de catequesis y sus padres hablando de la misión: qué es un misionero y que actividad realiza,  cuál es su motivación y como se concreta el Anuncio alegre del Evangelio en Chad.
Después Mons. José Cobo Cano, obispo auxiliar de Madrid, recientemente consagrado en la Catedral de la Almudena ha precedido la Eucaristía dominical en medio de mucho parroquianos y otros cristianos que se han dado cita en ese momento de fe que ha marcado este inicio.
Durante la Eucaristía Mons. José Cobo ha señalado la importancia del seguimiento de Jesús, que durante la cuaresma nos invita a subir con Jesús. Subir con Jesús desde nuestra realidad, con nuestras heridas y nuestras fragilidades, subir al Tabor para entender poco a poco el sentido cristiano de nuestra vida, subir rumbo al Calvario para descubrir el sentido del amor más profundo de Cristo entregando su vida y desde luego, subir a la montaña de la Ascensión para ser enviados al mundo entero para anunciar el Evangelio. Ha insistido en la belleza del seguimiento haciendo experiencia de Cristo y llevando esta alegre noticia a través de nuestras vidas.
La eucaristía se ha vivido, también, como momento de acción de gracias y oración por los nuevos obispos auxiliares D. Santos Montoya, D. Jesús Vidal y D. José Cobo, que ellos se sientan muy acompañados en su tarea pastoral; para que todos sepamos comunicar con firmeza y alegría a Jesús y su mensaje; para que en nuestro servicio a los más empobrecidos veamos las manos de Jesucristo que nos ayuda y no nos deja solos; para que esta Semana Misionera abra nuestros corazones al Corazón de Jesús y transformados por su Espíritu Santo nuestras lenguas proclamen a todos la Buena Noticia, y alaben a Dios en todo momento y circunstancia.
La celebración marcada por una honda fe y gran alegría a reunido a pequeños y mayores, a niños y adultos en una sinfonía de fe y apertura.
Al terminar la Eucaristía, Mons. José Cobo nos ha dado una charla para dar sentido a la dimensión alegre y misionera de la comunidad. Los tiempos en que vivimos, como señala Papa Francisco, nos marcan un cambio epocal en donde no podemos seguir haciendo como siempre y en los que estamos llamados a la conversión pastoral. Algunas dificultades han sido señaladas por Mons. Cobo: la ausencia de la experiencia de Jesús, la ausencia de comunión con Jesús y esto nos lleva a vivir una relación distinta con Jesús. Otra dificultad es la referencialidad, debemos estar abiertos a otras parroquias, quizás antes, el ser presencia eclesial estaba caracterizado por ser luz y ahora debería tomar sentido el ser sal, sal que da sabor en el barrio. Hoy existe una gran sed de espiritualidad, se hace necesario crear espacios para ello colmar esta sed que se deja respirar en la sociedad.
Nuestra comunidad debe ser significativa y para ello, se hace también necesaria la vivencia de la misericordia, que la gente se ocupe de los pobres, de la gente que experimenta la soledad, de los dolores de tantas personas que nos rodean. La Iglesia del futuro debe aprender a escuchar a los demás y a ser manos de Cristo para los demás.
En resumen: construir comunidad, ofrecer espiritualidad y dispensar misericordia. Esto estamos llamados a vivir para transmitir la experiencia de Cristo.
Al final del todo, hemos sido acogidos en un encuentro fraterno en la Casa de Acogida de Cáritas San Agustín y Santa Mónica. Ahí invitados Mons. Cobo, Joaquín Palomino, párroco de la Crucifixión del Señor, y alguno más, hemos podido tocar con mano la belleza del amor de Cristo en personas concretas con las que hemos podido descubrir la alegría sembrada en sus vidas, el agradecimiento y reconocimiento de la labor de los que ellos llaman “profesionales” y de las hermanas religiosas a las que fácilmente llaman madres. Variedad de edades y orígenes, de experiencias y sufrimientos vividos, pero reconfortados a través de la Iglesia en este centro de Acogida de Cáritas. Una comida que ha dado sentido a la celebración y palabras vividas anteriormente y que ha podido recoger la belleza de vivir en misión, al estilo de Cristo y preocupado por el otro.
Agradecimientos, es lo que más se han escuchado en muchos momentos de la jornada, al obispo que con sencillez y cercanía ha dado su mano y palabra a todos, a los cristianos comprometidos, que se han dado para que todo se lleve adelante, a los sacerdotes y religiosas presentes, a los fieles congregados, a los que viven en la casa de acogida como en una familia: voluntarios, profesionales, personas acogidas y en fin, al espíritu de Cristo actualizado en una comunidad abierta al encuentro con Cristo, a la dimensión de la fe y, además,  comprometida con lo más concreto, con el deseo de vivir la alegría de la misión en la parroquia.

La semana continuará con varios días dedicados a otros continentes: Asia, África, Europa, América, con charlas para jóvenes que son invitados a vivir un verano misión, para el grupo misionero, para dar sentido profundo a la parroquia y a través de la experiencia de misioneros y misioneras revitalizar la misión Ad Gentes, porque la fe se fortalece dándola. Y por ello, esta Semana Misionera tiene un sentido profundo de evangelización. 
Rolando Ruiz Durán sx



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