La semana misionera “la alegría
de la misión en un parroquia” en la Crucifixión del Señor de la Vicaría VIª ha
dado inicio este domingo 25 de febrero, tal y como estaba previsto. Un
encuentro con los niños de catequesis y sus padres hablando de la misión: qué
es un misionero y que actividad realiza,
cuál es su motivación y como se concreta el Anuncio alegre del Evangelio
en Chad.
Después Mons. José Cobo Cano,
obispo auxiliar de Madrid, recientemente consagrado en la Catedral de la
Almudena ha precedido la Eucaristía dominical en medio de mucho parroquianos y
otros cristianos que se han dado cita en ese momento de fe que ha marcado este
inicio.
Durante la Eucaristía Mons. José
Cobo ha señalado la importancia del seguimiento de Jesús, que durante la
cuaresma nos invita a subir con Jesús. Subir con Jesús desde nuestra realidad, con
nuestras heridas y nuestras fragilidades, subir al Tabor para entender poco a
poco el sentido cristiano de nuestra vida, subir rumbo al Calvario para
descubrir el sentido del amor más profundo de Cristo entregando su vida y desde
luego, subir a la montaña de la Ascensión para ser enviados al mundo entero
para anunciar el Evangelio. Ha insistido en la belleza del seguimiento haciendo
experiencia de Cristo y llevando esta alegre noticia a través de nuestras vidas.
La eucaristía se ha vivido,
también, como momento de acción de gracias y oración por los nuevos obispos
auxiliares D. Santos Montoya, D. Jesús Vidal y D. José Cobo, que ellos se
sientan muy acompañados en su tarea pastoral; para que todos sepamos comunicar
con firmeza y alegría a Jesús y su mensaje; para que en nuestro servicio a los
más empobrecidos veamos las manos de Jesucristo que nos ayuda y no nos deja
solos; para que esta Semana Misionera abra nuestros corazones al Corazón de Jesús
y transformados por su Espíritu Santo nuestras lenguas proclamen a todos la
Buena Noticia, y alaben a Dios en todo momento y circunstancia.
La celebración marcada por una
honda fe y gran alegría a reunido a pequeños y mayores, a niños y adultos en
una sinfonía de fe y apertura.
Al terminar la Eucaristía, Mons.
José Cobo nos ha dado una charla para dar sentido a la dimensión alegre y
misionera de la comunidad. Los tiempos en que vivimos, como señala Papa
Francisco, nos marcan un cambio epocal en donde no podemos seguir haciendo como
siempre y en los que estamos llamados a la conversión pastoral. Algunas
dificultades han sido señaladas por Mons. Cobo: la ausencia de la experiencia de
Jesús, la ausencia de comunión con Jesús y esto nos lleva a vivir una relación
distinta con Jesús. Otra dificultad es la referencialidad, debemos estar
abiertos a otras parroquias, quizás antes, el ser presencia eclesial estaba
caracterizado por ser luz y ahora debería tomar sentido el ser sal, sal que da
sabor en el barrio. Hoy existe una gran sed de espiritualidad, se hace necesario
crear espacios para ello colmar esta sed que se deja respirar en la sociedad.
Nuestra comunidad debe ser
significativa y para ello, se hace también necesaria la vivencia de la
misericordia, que la gente se ocupe de los pobres, de la gente que experimenta
la soledad, de los dolores de tantas personas que nos rodean. La Iglesia del
futuro debe aprender a escuchar a los demás y a ser manos de Cristo para los
demás.
En resumen: construir comunidad,
ofrecer espiritualidad y dispensar misericordia. Esto estamos llamados a vivir
para transmitir la experiencia de Cristo.
Al final del todo, hemos sido
acogidos en un encuentro fraterno en la Casa de Acogida de Cáritas San Agustín
y Santa Mónica. Ahí invitados Mons. Cobo, Joaquín Palomino, párroco de la
Crucifixión del Señor, y alguno más, hemos podido tocar con mano la belleza del
amor de Cristo en personas concretas con las que hemos podido descubrir la
alegría sembrada en sus vidas, el agradecimiento y reconocimiento de la labor
de los que ellos llaman “profesionales” y de las hermanas religiosas a las
que fácilmente llaman madres. Variedad de edades y orígenes, de experiencias y
sufrimientos vividos, pero reconfortados a través de la Iglesia en este centro
de Acogida de Cáritas. Una comida que ha dado sentido a la celebración y
palabras vividas anteriormente y que ha podido recoger la belleza de vivir en
misión, al estilo de Cristo y preocupado por el otro.
Agradecimientos, es lo que más se
han escuchado en muchos momentos de la jornada, al obispo que con sencillez y
cercanía ha dado su mano y palabra a todos, a los cristianos comprometidos, que
se han dado para que todo se lleve adelante, a los sacerdotes y religiosas presentes,
a los fieles congregados, a los que viven en la casa de acogida como en una
familia: voluntarios, profesionales, personas acogidas y en fin, al espíritu de
Cristo actualizado en una comunidad abierta al encuentro con Cristo, a la
dimensión de la fe y, además, comprometida con lo más concreto, con el deseo
de vivir la alegría de la misión en la parroquia.
La semana continuará con varios días dedicados a otros continentes: Asia, África, Europa, América, con charlas para jóvenes que son invitados a vivir un verano misión, para el grupo misionero, para dar sentido profundo a la parroquia y a través de la experiencia de misioneros y misioneras revitalizar la misión Ad Gentes, porque la fe se fortalece dándola. Y por ello, esta Semana Misionera tiene un sentido profundo de evangelización.
La semana continuará con varios días dedicados a otros continentes: Asia, África, Europa, América, con charlas para jóvenes que son invitados a vivir un verano misión, para el grupo misionero, para dar sentido profundo a la parroquia y a través de la experiencia de misioneros y misioneras revitalizar la misión Ad Gentes, porque la fe se fortalece dándola. Y por ello, esta Semana Misionera tiene un sentido profundo de evangelización.
Rolando Ruiz Durán sx
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