Pensamos que el sufrimiento está únicamente en nuestro
entorno, sólo nosotros sufrimos y lo que está fuera es algo que “es lo que
tiene que pasar”. La falta de sensibilidad humana que tenemos no nos hace
conscientes de las dificultades que nuestros hermanos africanos viven en su
trayecto a la idealizada Europa, pero sólo pensamos: “bueno, qué le vamos a
hacer, es lo que tiene que pasar”. Creemos que por ser ellos “pobres” es ley de
vida que se tengan que arriesgar de esa forma para alcanzar su sueño de encontrar
la libertad, salir de la pobreza, vivir mejor…; pero estos migrantes no son
“pobres”, muchos tienen estudios, formación, talento… y sobre todo tienen un
rostro, un nombre, una familia y una riqueza de corazón inmensa, riqueza que
Europa parece haber perdido.
¿Y qué hacemos nosotros? Denegarles los visados por miedo a
que se queden de forma ilegal, obligarles a apostar su vida y sus recursos en
una travesía que nadie les da garantía de completar. Nosotros nos aprovechamos
de sus recursos, sus minas, sus paisajes, los exprimimos con las colonias, los
dejamos sin nada, y, sin embargo, esperemos que se queden allí con las migajas
que nos sobran.
Pues no. Nuestros hermanos africanos no van a aceptarlo.
Mientras no se compensen las injusticias históricas que hemos causado, van a
seguir viniendo y tenemos la obligación acogerlos. Se lo debemos. No vienen por
gusto, vienen por necesidad: nadie abandona su familia, su tierra y su entorno
en busca de una vida mejor por voluntad. Y no vienen a incomodarnos, vienen a
integrarse. Ojalá supiéramos acogerlos tan bien como lo hacen ellos cuando
viajamos a su tierra.
Afortunadamente, no todos tienen esa falta de sensibilidad
humana. Existe gente que ve más allá que una persona migrante, que otro país o
que otro color; hay gente que ve a una persona con ganas de comerse el mundo,
de estudiar y de ganarse la vida, de tener los medios que nosotros tenemos a
nuestro alcance tan fácilmente. Y para esa gente sólo tengo palabras de
agradecimiento: gracias por ser ejemplo de humanidad, por buscar la integración
de los que más la quieren y necesitan; gracias por darles una acogida de forma
desinteresada, de hacerles sentir calor humano lejos de su hogar; gracias,
personalmente, por darme la oportunidad de conocer a estos hermanos y hermanas,
de compartir con ellos su sufrimiento y su alegría; gracias a los que trabajan
en la sombra y no asumen que la injusticia de nuestros hermanos “es lo que
tiene que pasar”.
Qu’est-ce qu’il nous reste
Quand on a les mains vides?
On se prépare au voyage
Et on se jette dans le vide
Ouvrez les frontières, ouvrez les frontières
Laissez nous passer
A nivel personal, quiero transmitir mi más profunda
admiración a Maite y Salva y a su hija María por darles a estos chicos y chicas
el amor fraternal que tanto necesitan fuera de su tierra. Agradecer a los
misioneros Javieranos Rolando y Jesús por su labor en El Chad y por organizar
esta Pascua Misionera que me ha hecho poner rostro y conocer personalmente a
nuestros hermanos africanos. Igualmente agradecer a los compañeros que vivimos
la Pascua por vuestra involucración y ayuda. Y finalmente, a mis amigos de El
Chad, Guinea, Senegal, Camerún… que me habéis transmitido tanta alegría y
optimismo con vuestra acogida en Ceuta, quiero desearos mucha fuerza y esperanza
en vuestro camino.
Pablo Ortín
Soriano
Teruel
Para escuchar Ouvrez le frontières pinchar aquí
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