30/8/18

El corazón lleno de nombres... Ceuta


Hace un mes estaba en el autobús de regreso a casa, tras 15 días cortos pero intensos en los que he vivido en una montaña rusa de sentimientos y emociones. Aún se me eriza la piel al recordar y contar lo que significan para mí las palabras Ceuta e Inmigración. Antes de nada, mi nombre es Ana y tengo 21 años.
                                   
Un año y medio atrás, mientras buscaba qué podía hacer ese verano, era yo misma la que leía experiencias de otras personas en esta misma página. Fueron esas experiencias las que me llevaron a coger mi teléfono y llamar a un tal “Rolando”, cuando llamé las plazas para ese año ya estaban completas así que guardé su número, pero viendo un poco lejana la oportunidad de poder ir al año siguiente. No obstante, algo que he comprobado siempre en mi vida y, que una vez más ha vuelto a ocurrir, es la frase de “El hombre propone y Dios dispone”. Cuando hay un deseo fuerte en nuestro corazón, si es voluntad de Dios se cumplirá.
Sin más rodeos, voy a intentar resumir brevemente lo que han significado estos 15 días en Ceuta para mí.
La misión siempre ha sido una palabra que ha rondado por mi cabeza y, aunque hace un tiempo no habría imaginado vivir esta experiencia tan cerca de casa, estoy segura que ha sido el mejor sitio para comenzar, conocer y palpar un poco más lo que significa y sin lugar a dudas engancharme a todo lo que tenga que ver con ella.

Al principio no sabía mucho sobre el tema de la inmigración,  estaba poco informada y aunque me da un poco de vergüenza reconocerlo no sabía muy bien qué opinar, lo que los medios nos transmiten camufla bastante bien la realidad. Solo nos cuentan la parte que a ellos les interesa que conozcamos, pero creo que todos sabemos que esto no es algo nuevo. Por esto, sé que ahora no me puedo seguir quedando al margen del tema y desde que regresé de Ceuta, en la medida que puedo, defiendo a capa y espada a mis hermanos africanos, continuando la misión pero desde mi casa, con mi entorno. Esto quizás ha sido lo más duro del viaje, la vuelta a la realidad, vienes con tantas experiencias vividas y con los ojos tan abiertos, con una llamada muy fuerte en el corazón  de defender los derechos humanos, el derecho a la vida y el derecho que todos tenemos a soñar… No ha sido fácil volver a casa y descubrir que hay mucha gente que se carga de argumentos para criticar y despreciar todo esto, desde el egoísmo y la ignorancia, poniendo límites y muros al amor al prójimo, y me rompe el corazón en dos.

"Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario"

Sé que los grandes cambios comienzan con pequeños esfuerzos  y esto es lo que me impulsa a no perder la esperanza de que es posible un mundo más justo para todos.

En Ceuta, he vivido muchísimos momentos felices, la gran mayoría, pero otros no lo fueron tanto. Escuchar las historias de los chicos, de dónde vienen, cómo han llegado, todo lo que han dejado atrás, todos los kilómetros que han andado, por todo lo que han pasado y soportado, es duro. Jóvenes de las edades de mis hermanos pequeños, con solo 15 añitos  y los recuerdos que arrastrarán el resto de su vida y todo por conseguir una vida más digna. Por ello para mi precisamente son héroes, que no se rinden y luchan a pesar de tener casi todo en su contra y ojalá algún día puedan estudiar y trabajar con lo que cada uno de estos chicos sueña.

He conocido a chicos que exprimen el tiempo todo lo que pueden para aprender lo máximo y aprovechar todas las oportunidades que se les ofrecen de la mejor manera. En tantísimos pequeños detalles me han robado un gran pedacito de mi corazón y jamás olvidaré lo que viví durante esos días en Ceuta un julio de 2018. Aquella especial mañana del 26 de julio donde vi el ejército de sonrisas más numeroso que he podido ver nunca y escuché por primera vez BOZZZZA y aún resuena dentro de mí.

Estoy agradecidísima de todo lo que he vivido y de las maravillosas personas con las que he compartido todas estas nuevas experiencias de muchos lugares diferentes de España que, por supuesto, tampoco olvidaré.

“Al final del camino me dirán:
   ¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres.”

GRACIAS CEUTA, GRACIAS MISIONEROS JAVERIANOS Y GRACIAS FMM.
Nunca os olvidaré.

Ana Ferrer-Egea Robles
Caravaca de la Cruz, Murcia



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