
El motivo de mi viaje a Burundi,
fue la invitación personal de la hermana
Espérance
Kahigiro religiosa de la congregación burundesa fundada por un Padre
Blanco,
Bene Mariya y misionera de Chad. En este país fue donde yo la
conocí en el verano de 2013, cuando realizaba una experiencia de misión de tres
semanas con los misioneros Javerianos.
Realmente yo deseaba una segunda
experiencia misionera en África, nunca me ha importado ir solo como ha sido el
caso, porque ya tenía la experiencia de Chad, la formación necesaria de la
Delegación de Misiones y de los Javerianos de Carabanchel, además he mantenido
contacto durante todo el año con Espérance.
Y en todo momento contado con la ayuda de los misioneros Javerianos de Madrid
que me gestionaron el visado y me han ofrecido todo el apoyo necesario para
realizar el viaje, incluyendo a la comunidad de Laicos Javerianos que por medio
de Auxi que vivió tres años en el país, me han dado mucha información cultural
y práctica sobre el país.

A mi llegada a Burundi
Espérance,
Jeannine y
Clémence, las
tres religiosas de dicha congregación
Bene Mariya, y las tres misioneras
de Chad, me recibieron con un fortísimo abrazo y una gran sonrisa que expresaba
la alegría de recibir al extranjero.
Espérance
y
Jeannine pidieron permiso a la
congregación para dedicarme todo el tiempo.
Clémence, superiora de una de
las comunidades de Chad, viajó muchos kilómetros hasta la capital de Burundi
(Bujumbura) solo para recibirme.
Lo cierto es que Burundi es un
país cristiano, con una Iglesia católica fuerte y numerosas vocaciones nativas,
por ejemplo la congregación de Bene
Mariya que me ha acogido fue fundada por un Padre Blanco belga, a pesar de
ser joven tiene ya nada menos que 300 hermanas y 41 novicias. Es sorprendente
todo lo que hace la congregación, tienen un hospital en una región del interior
donde no hay medios para acceder a la medicina, un orfelinato donde acogen a
niños pequeños sin familia, un centro de alojamiento en Bujumbura y además son
misioneras de otros países, por cierto también tienen conciencia de la nueva
evangelización de Europa y envían hermanas aquí.

Realmente en medio de un país que
vive mucha carencia, resalta especialmente la excelente organización de las
comunidades religiosas y las diócesis, con buenas estructuras, casas,
parroquias, y como con pocos medios realizan un apostolado fuerte en todos
ámbitos: liturgia, catequesis, animación misionera, caridad, sanidad. Incluso
he tenido la oportunidad de asistir a la misa de celebración para la
presentación de la primera Biblia en lengua Kirundi.
Otro ejemplo de organización es
el campo de trabajo para jóvenes de Kamengue, donde fui a visitar a mis amigos
de Savia Nueva, de las Islas Canarias, que van a estar allí un mes entero,
acogidos por el padre Javeriano Ignacio, mexicano y misionero de Burundi, allí
trabajan en la fabricación de ladrillos, actividades con los jóvenes, tienen
charlas, cineforum, deportes, comida diaria con los jóvenes de Kamengue, clases
de teología, una maravilla. Alejandro Abrante que es el líder de Savia Nueva,
convivió conmigo en Chad en verano pasado, fue una gracia de Dios poder vernos
de nuevo en Burundi.

Además la cristiandad de Burundi
es verdaderamente alegre, tanto en la vida cotidiana de las congregaciones como
en todas las celebraciones no falta nunca la danza y la música y un ambiente
siempre divertido y feliz, todo se celebra con pasión. Tuve la ocasión de
asistir a la ordenación sacerdotal del primer Padre Javeriano burundés, y la
celebración de la misa fue espectacular, una verdadera fiesta de cinco horas,
llena de alegría, con procesión de entrada, danzas de niños y tambores. Así
también cuando visité la casa de novicias de la congregación
Bene
Mariya las 40 novicias hicieron una bellísima danza tradicional para
recibirnos, realmente tienen un ambiente envidiable.

En los días que he estado allí,
he podido hacer muchas cosas, visitar a los Javerianos de Bujumbura, familias y
amigos de las religiosas, visitar el interior del país hasta la frontera con
Tanzania, diferentes comunidades de
Bene Mariya en Ngozi, el hospital,
el orfelinato, participar de la misa y los oficios, realmente la formación
recibida de la Delegación de Misiones y los Javerianos me ha ayudado mucho,
porque realmente el viajar solo también me ha enseñado que no es fácil
introducirse en una cultura nueva, hay que tener paciencia, ser muy prudente
porque no se conocen las costumbres, pero al final hay algo que siempre
funciona, que es ir con espíritu de compartir, de salir de uno mismo para
enriquecerse con el otro y enriquecer también al otro, disfrutar de cada
persona que se cruza en tu camino, como un regalo de Dios, al final me voy muy
contento, tengo una congregación amiga
Bene Mariya, cuya superiora general la Madre
Bernardette me abre las puertas como un
hijo de la congregación para visitar el país cuando quiera. He conocido a los
Javerianos de Burundi que como siempre destacan por su carisma familiar, te
hacen sentir como uno más de la familia, me he encontrado con los chicos de
Savia Nueva, y me voy con la alegría de haber sido acogido por dos hermanas
Espérance y Jeannine, que me han recibido en su casa con una amistad y una
dedicación diaria que no olvidaré nunca.
Miguel Ángel Diez Tascón
Miembro del Equipo de Misiones de la Vicaría VIª
Parroquia Nuestra Señora de África, Madrid
0 comentarios :
Publicar un comentario